Tenemos en cada momento de la historia distintas tecnologías que marcan nuestro presente digital, y las reglas del juego para muchas economías y sociedades. 

Empiezan a circular estas semanas videos de personas en la calle, en aviones, solas en una mesa, inmersos en visores de realidad aumentada, dándonos una pauta de lo que podría ser el futuro más digital que nunca.

Algo parecido (aunque más accesible) pasó con la ola de inteligencia artificial generativa que vimos en 2023, que igual está sólo comenzando. Y uno de los grandes desafíos es poder disponibilizar todo esto masivamente, lo que incluye no sólo nuestras casas y oficinas sino también a la movilidad.

Al hacer foco en una región tan granular y diversa como Latinoamérica el desafío es todavía mayor, así como el potencial, porque entra en juego el desarrollo.

La mejor herramienta que tenemos hoy para facilitar el desarrollo latinoamericano es la tecnología, y esta tecnología requiere conectividad. Y a su vez, así como la tecnología avanza, la conectividad también avanza, para poder soportar tecnologías cada vez más potentes.

El desafío entonces es conectar. La tecnología sin conectividad es el mejor vehículo que cada uno quiera imaginar, con la peor ruta posible para conducirlo.

Conectar lo no conectado implica reducir la brecha digital, tanto en cobertura como en uso. Y al mismo tiempo reducir esta brecha implica una mayor inclusión en muchos de los flancos que hacen a un mundo más desarrollado.

Al llevar las tecnologías existentes a cada rincón, y preparar a las personas para su uso, bancarizamos a más sectores, hacemos llegar más y mejor educación a todos lados, podemos utilizar telemedicina para brindar mejores servicios de salud, o llevar puestos de trabajo adonde antes no los había.

Las capacidades de 5G y el Edge Computing, gracias a la virtualización de redes está allanando el camino hacia un entorno crecientemente flexible y automatizado. En este escenario, la inteligencia artificial (IA) desempeña un papel clave, transformando la forma en que operan y evolucionan nuestras infraestructuras de comunicación.

El panorama es prometedor pero desafiante. La democratización y modernización de las redes de comunicaciones abre nuevas posibilidades de monetización, pero requiere un enfoque integral que aborde tanto los aspectos tecnológicos como los sociales y regulatorios.

Con una visión estratégica y colaborativa, Latinoamérica puede capitalizar plenamente el potencial de la tecnología para impulsar el crecimiento económico y la inclusión social en toda la región.

Todo este avance depende de un ecosistema tecnológico robusto, donde la colaboración entre operadores móviles, proveedores de hardware, software, nube e integración es fundamental.

Eventos como el Mobile World Congress a tener lugar en las próximas semanas, son claves para crear estos espacios de colaboración y discusión, con el foco de desarrollo siempre en mente.

*Por Juan Casal, director de Telco & Empresas Digitales de LatAm para Intel

Te puede interesar