En una época de creciente digitalización y conectividad, el concepto de ciudades inteligentes, o Smart Cities, toma cada vez mayor consideración entre las principales capitales del mundo.
Urbes como Copenhague, Londres y Singapur son solo algunos ejemplos de casos concretos donde ya existen herramientas concretas para implementar soluciones tecnológicas en beneficio de la comunidad.
Sensores de tránsito bajo el asfalto, cámaras de reconocimiento facial para buscar prófugos, luminarias interconectadas entre ellas son solo algunas de las tecnologías que sobresalen de las smart cities, instrumentos que, de hecho, ya se aplican en la Argentina.
Utilizan el potencial que ofrecen las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) para impulsar de manera más eficiente un desarrollo sostenible y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
Sin embargo, dónde hay crecimiento e innovación ligado a las últimas tecnologías del mercado, los ciberdelincuentes están al acecho y las smart cities no son la excepción.
Check Point Software Technologies, compañía de soluciones de ciberseguridad a nivel mundial, alertó que el nivel de complejidad de estas infraestructuras digitales se incrementa año tras año, lo que significa que cualquier servicio digital implementado por un gobierno u empresa será más vulnerable que nunca a los ciberataques.
La causa fundamental que atribuye Check Point es el uso de grandes redes conectadas, las cuales ofrecen a los ciberdelincuentes la oportunidad perfecta para saltar de un sistema expuesto al siguiente.
En concreto, estas redes son utilizadas por entidades públicas y privadas, personas y miles de dispositivos IoT cada día. De hecho, se estima que en 2024 habrá más de 1.300 millones de conexiones a Internet en estas Smart Cities.
Desde la firma de ciberseguridad indicaron que la enorme cantidad de datos que se intercambian a través de estas redes requiere una estrategia de seguridad rigurosa y recomendaron algunas acciones útiles para protegerlas de los ciberataques:
Los aparatos IoT (Internet de las cosas) son los que controlan todo: desde la gestión de semáforos hasta datos personales y financieros de empresas, podrían estar conectados a una red en cualquier momento.
En teoría esto suena ideal para una comunicación y gestión sin fisuras, pero en la práctica ofrece a los ciberdelincuentes miles de posibles puntos de entrada para lanzar un ataque.
La automatización es una de las claves en todo tipo de operaciones para las ciudades inteligentes, lo que reduce la necesidad de control humano directo sobre dichos sistemas.
El aumento de sensores implica más conexiones que supervisar y gestionar, los cuales son vistos como objetivos a comprometer a través de vulnerabilidades.
Los datos son la base de toda ciudad inteligente y son fundamentales para llevar a cabo las operaciones diarias. Sin embargo, muchas carecen de los procesos adecuados para garantizar que esta información se gestione de forma segura.
Si una base de datos no se controla correctamente, puede resultar fácil para los ciberdelincuentes atacarla y ponerla en peligro, con la consiguiente filtración o robo de datos confidenciales.
Los atacantes se centran cada vez más en los eslabones más débiles y, por lo tanto, atacar los sistemas de infraestructuras inteligentes se asienta como un objetivo lucrativo.
Desde Check Point recomiendan de forma 'fundamental' que se adopten prácticas seguras por diseño y por defecto.
Muchas ciudades cuentan con infraestructuras y redes construídas con tecnología obsoleta, lo que las hace susceptibles de sufrir ciberataques.
Por eso, recomiendan garantizar que los sistemas estén al día con las últimas actualizaciones de software y parches de seguridad.
Vinculado directamente a la tecnología obsoleta, contar con protocolos de seguridad ineficaces expone a las ciudades inteligentes a sufrir numerosas amenazas maliciosas.
Esto deja a los ciudadanos y a las organizaciones a merced de filtraciones de datos, robos de identidad y pérdida de información sensible.