No es novedad que cada vez son más los sectores en los que la tecnología se ha convertido en una aliada para las operaciones y actividades diarias, y el ámbito jurídico no es la excepción.

Pero, ¿es posible pensar en un abogado virtual? Lo cierto es que, más allá de la contribución que puedan brindar las nuevas tecnologías, no sería razonable sostener que se pueda suplir el trabajo del asesoramiento legal brindado por un profesional mediante sistemas con Inteligencia artificial (IA) del tipo chatbot.

Sin embargo, lo que sí tiene lugar desde hace ya algunos años es un proceso de reformulación del servicio de asesoramiento legal brindado por los abogados a los clientes.

Como en muchas áreas, en el derecho hay parte del trabajo que resulta "comodity", es decir, son tareas automáticas, importantes y necesarias, pero de escaso valor agregado y que suelen ser parte de procesos automatizados, como si fuera la línea de producción de una fábrica.

Por lo que estos servicios pueden ser llevados adelante por la IA, con una intervención humana mínima para alimentar el sistema (un data entry), un control y evaluación de las tareas.

Frente a esta posibilidad de automatización de ciertas actividades, el sector jurídico deberá poner en práctia una serie de cambios que se adapten a esta nueva manera en la que comienza a concebirse el servicio legal y, a la vez, entender que los clientes seguirán valorando el aporte humano, esto es, toda la parte del trabajo de asesoría legal que no está alcanzado por la sistematización o lo "googleable".

En este sentido, cobra relevancia una nueva visión del asesor legal como socio estratégico del cliente. Con visión del negocio, con intuición, con experiencia casuística y, por sobre todo, con la perspicacia, astucia y sentido de oportunidad.

Sin olvidar el carácter sensible y empático de la persona, que también es indispensable para dar contención a los clientes.

Entonces, si bien la IA tiene mucho que aportar al trabajo de los abogados, la intervención humana sigue siendo un pilar clave en el derecho y que no será fácilmente reemplazable.

Está claro que el desafío se ha instalado definitivamente en la oficina involucrando a todos los niveles jerárquicos.

Se debe estar listos, tener ganas, generar espacios, abrir la cabeza y echar mano a todas las herramientas tecnológicas al alcance, de forma tal que colaboren en mejorar los procesos y ser más eficientes.

*Por María José Rodriguez Macías, abogada socia del estudio Brons & Salas

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