"No me alcanza el sueldo", "no llego a fin de mes", "Las cosas están cada vez más caras". Cada vez se escuchan más frases de este tipo ante un escenario económico que aún no muestra signos de recuperación y en la antesala de una elección presidencial que se presenta incierta.

El poder adquisitivo de aquellos trabajadores que se desempeñan en puestos de baja demanda viene cayendo aceleradamente, producto de una inflación que rozó el 48% en 2018 y que acumuló 7% sólo en los primeros dos meses del 2019. El desempleo ha comenzado a trepar y se espera que ascienda al 12% este año, luego de que 2018 cerrara en 9%.

Como contrapartida, en las empresas asociadas a la "economía digital" se respira otro aire: el ambiente es distendido, se ofrecen beneficios, bonus y todo tipo de incentivos. Y, por sobre todas las cosas, se pagan sueldos que ayudan a surfear la crisis con mayor tranquilidad, ante la escasez de recursos humanos.

 

En este sentido, la Cámara de la Industria Argentina del Software (CESSI) señala que el año pasado apenas se cubrieron 5.800 posiciones, cuando el sector demanda el doble de profesionales. Además, especifica que los salarios que se abonan rondan los $60.000 promedio para perfiles senior, sin contar el incremento previsto para el actual período.

Como si esto fuese poco, quienes se desempeñan en este sector consiguieron una mejora del 40% entre marzo y diciembre, según un relevamiento realizado entre 19.600 empleados de 201 empresas.

"Brindar estos datos nos permite mostrar las grandes oportunidades que tiene nuestra industria, para que así más profesionales quieran ingresar", asegura Mauro Busso, director general de CESSI.

No todo está perdido

Son las dos cara de la misma moneda: un mercado con alta demanda de profesionales para cubrir puestos en determinadas ramas de actividad y, por otro lado, un gran porcentaje de argentinos buscando trabajo o con problemas para llegar a fin de mes. ¿Es posible pasar de una vereda a la otra? Expertos del sector afirman que sí y señalan que las opciones para "reinventarse" están a la orden del día. Las llamadas carreras cortas aparecen como una opción más que atractiva, tanto para jóvenes que van en busca de su primer empleo como para aquellos que quieren darle un golpe de timón a su carrera.

Bajo esta premisa, viene creciendo fuerte la cantidad de personas que comenzaron a tomar cursos cortos que les permiten insertarse en la industria digital. Entre ellos, los que proponen entidades como EducacionIT o Acámica.

"Los sueldos son de los más atractivos en comparación con el de los demás sectores de la economía. Es uno de los pocos rubros donde la ecuación es inversa: hay más demanda que oferta de talentos", detalla a iProUP Guido Muzzachiodi, gerente de comunicación y marketing de Educacion IT.

En este sentido, agrega que -además de salarios por encima de la media-, las empresas vinculadas con la innovación "ofrecen una amplia gama de beneficios no remunerativos, como por ejemplo flexibilidad de horarios, home office, capacitaciones y viajes, entre otros".

Por las aulas de EducacionIT pasan centenares de alumnos que asisten a distintos tipos de cursos vinculados con las nuevas tecnologías.

Los socios de Acámica tenían claro su objetivo desde la propia fundación de la firma, allá por 2013: canalizar las necesidades de un rubro tan demandante como dinámico y, a su vez, cambiar la forma en que se enseña en la industria IT.

"Vemos a la tecnología para como una gran herramienta para transformar la educación", asegura a iProUP Tomás Escobar, cofundador de la plataforma.

En sus comienzos, daba cursos gratuitos online. Luego, la compañía cambió su foco y empezó a abrir sedes presenciales para dictar clases, ampliando su oferta vía web y semipresencial.

"El equilibrio está en brindar la flexibilidad académica del online junto con la capacidad de conectar desde lo presencial. Ahí terminamos desarrollando proyectos semipresenciales", agrega Escobar.

Esto alentó a muchos financistas a apostar por este tipo de iniciativas. Así, la compañía, a través de una nueva ronda de inversión, se hizo de los fondos requeridos para terminar la primera sede propia en Buenos Aires y transformar su modelo de negocios.

Tanto es así que hoy día ya cuenta con 25 sedes en Córdoba, Rosario y Buenos Aires, ubicadas en espacios compartidos con empresas de tecnología de la talla de Mercado Libre, IBM, Globant, Naranja e Incutex.

Para alcanzar a un mayor nivel de alumnado a nivel nacional y regional, Acámica utiliza un modelo colaborativo que le permite crecer más rápido y sin infraestructura propia.

"La economía colaborativa es el futuro. Hay horas en las cuales las empresas tienen oficinas libres y nosotros podemos usar ese espacio para sumar valor. Esto va alineado a nuestra enseñanza, en la que se respira aire de innovación", detalla Escobar.

Los cursos duran entre seis y nueve meses bajo las modalidades semipresencial o presencial, con grupos de hasta 30 personas. Y, algo que resulta fundamental en los tiempos que corren, son muy accesibles en cuanto a precios.

Cada uno de esos grupos tiene tres mentores activos para entregar experiencias más personalizadas, en las que "lo más importante es el acompañamiento pedagógico, además del contenido".

Hoy, Acámica cuenta con centenares de argentinos, si bien apunta al mercado de habla hispana (Colombia, México y España). Su objetivo es llegar a una concurrencia de 2.500 personas para fin de 2019.

Con el pilar de la horizontalidad como columna vertebral, la colaboración y trabajo en equipo, reina en estos cursos. El aprendizaje es práctico y está todo asociado.

Apuntar a todo el espectro

Además de las opciones que representan empresas como Acámica, existe otro tipo de alternativas con un foco diferente, pero con el mismo propósito: crear una fuerza de trabajo enfocada en un mercado que necesita mano de obra en forma urgente.

Comunidad IT es un proyecto cuyo objetivo principal es generar empleo, especialmente para quienes están en situación de vulnerabilidad económica. Su fin último es, en palabras de su cofundador y director ejecutivo, Pablo Listingart, "maximizar las probabilidades de empleabilidad".

Para lograrlo, la entidad capacita en aquellas temáticas específicas que requiere el mercado, con salida laboral rápida y lo suficientemente flexible como para dar respuesta a la incesante demanda.

"Todos los años relevamos el mercado tecnológico para saber cuáles son las necesidades y qué cantidad de puestos se requieren", afirma a iProUP Listingart. ComIT está capacitando aproximadamente a 700 personas por año en temas de empleabilidad, en más 300 de cursos introductorios a la programación.

La principal ventaja que se desglosa de la llamada educación no formal es la flexibilidad y el poder mantener un nivel de actualización permanente en un mercado laboral que cambia a alta velocidad.

"Si bien la educación formal es el pilar del aprendizaje del pensamiento crítico, lo cierto es que en el plano laboral ahora se requiere de conocimientos específicos que las instituciones formales no están brindando", explica el director ejecutivo de la firma. Y agrega: "Cada vez hay más profesiones nuevas, sobre todo en el campo digital, que requieren también aprender el ‘cómo’ del trabajo diario".

Soledad Acuña, cofundadora y directora operativa de ComIT, explica que entre de los beneficios se destaca el componente inclusivo "directo", en el que la necesidad de empleo maneja otros tiempos que no siempre coinciden con los de las instituciones educativas.

El problema es la escala

Con un mercado que se muta al ritmo de la economía 4.0, reinventarse a uno mismo emerge como la solución a muchos problemas. Pero también es una realidad que las universidades y centros de formación todavía no pueden resolver.

A un ritmo vertiginoso, se multiplican las empresas que requieren de herramientas digitales para su personal. Como contrapartida, la capacidad de adaptación de los centros de enseñanza carece del ritmo dinámico que la industria necesita.

"Necesitamos a gente muy talentosa en menos tiempo y de forma mucho más masiva", explica Escobar, cofundador de Acámica.

Y hay un detalle no menor: las carreras de ingeniería en sistemas tradicionales tienen una duración promedio de seis años, aunque en la práctica suelen extenderse.

Ante este escenario, en este último tiempo se incrementó la demanda de formaciones más cortas, como tecnicaturas en sistemas de tres años o cursos de formación, al estilo Coding School, que tienen una duración aproximada de doce meses.

"Este incremento se debe a que las carreras de sistemas están estiradas innecesariamente, cuando se puede alcanzar una buena formación técnica en un uno o dos años e incorporarse laboralmente en un mercado cada vez más demandado, sin tener que estudiar decenas de materias que no aportan demasiado", agrega Muzzachiodi.

Actualmente, la demanda de talento supera –por mucho– a la oferta. Según la CESSI, hay más 7.000 vacantes en la Argentina. En Latinoamérica, este escenario se profundiza. Las estadísticas dan cuenta de una necesidad superior a los 70.000 puestos en Colombia y 150.000 en México.

Por otra parte, la competencia es global, con el talento latinoamericano muy requerido a nivel internacional. Con suculentos y tentadores sueldos en dólares, las grandes compañías llegan a llevarse el talento local a sus propios países.

Pero el escenario local promete. El presidente Macri aseguró que se crearán 200.000 puestos con la nueva ley para la Economía del Conocimiento. Según cifras oficiales, es uno de los sectores más dinámicos del país: en 2018 generó u$s5.300 millones en exportaciones y es el tercer complejo exportador.

La economía digital está en auge y le da la espalda a la crisis. Insertarse o reinventarse ha sido por muchos el remedio más efectivo.

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