En el año 2000 el decano de una de las facultades de Ingeniería de Argentina celebraba que el número de mujeres de Ingeniería Electrónica había aumentado: de un grupo de 124 estudiantes, 12 eran mujeres.

Entre esas doce estaba una de las que más adelante formaría el grupo de Chicas TIC. Recuerda que el decano destacaba el rol de la mujer en la profesión y añadía que les esperaba "un mundo más inclusivo", comentan desde la Revista ASIET.

Casi 20 años más tarde, la Universidad Tecnológica Nacional señalaba que, en su sede de Buenos Aires, el 22 por ciento de sus estudiantes eran mujeres, el doble de lo que tenían doce años atrás.

A finales de 2017, la misma universidad apuntaba que el aumento de la matrícula había aumentado un 38 por ciento en la última década.

La inclusión femenina en las carreras y trabajos considerados "tradicionalmente de hombres" es una realidad, pero también es una realidad que todavía queda mucho por hacer para subir ese 22 por ciento a una cifra que se acerque más a la igualdad de género.

La igualdad de oportunidades empieza desde la niñez, dándole a los hijos la posibilidad de elegir el juguete que prefiera —sea una muñeca o un kit de construcción— y apoyando a las mujeres que quieran estudiar las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática).

La experiencia demuestra que no alcanza que las mujeres entren a la Universidad, sino que hace falta que no se sientan expulsadas cuando lo hagan. Muchas mujeres aseguran no haber sido discriminadas, pero sí reconocen haber experimentado lo que en la jerga se conoce como "micromachismos", que son reproducidos consciente e inconscientemente.

Son pequeñas acciones como esperar a que sean ellas las que sirvan el café, nombrar a los hombres por su título universitario y a las mujeres por su nombre de pila, y hasta hacer la "broma" de que en una universidad técnica se ofrecía "curso y confección" al ver un aula en la que había personas del género femenino.

Existen miles de ejemplos y también otros tantos de mujeres que han alzado su voz para que éstos no se sigan repitiendo, aseguran en la nota de ASIET.

En toda la vida profesional nos hemos encontrado jefes y compañeros, hombres y mujeres, con diferentes actitudes frente a la mujer.

Personas que, independientemente del género, reconocen las capacidades y empujan a las mujeres a crecer mientras que otras, creyendo ser incluyentes, tratan a las mujeres como un pequeño niño que debe llevarse de la mano con ternura para que no se lastime y no huya llorando.

No se trata de juzgar o de llevar la discusión a términos de "buenos y malos", se trata de reconocer que existen ciertos marcos mentales que predominan y que son difíciles de romper.

Alcanzar la igualdad significa trabajar desde lo más sutil. Maite Larrauri, filósofa española, dice que el problema que más desvela a los expertos es erradicar las barreras mentales que impiden ver que, "el problema es el sentido común" que, al ser común, también es dominante y el que da el sentido de la normalidad.

"Ese sentido común ha sido durante siglos exclusivamente masculino y ahora empieza a encontrar un contrapeso, un sentido común femenino que se está configurando", remarca para ASIET.

Los ambientes de trabajo interdisciplinarios, multiculturales y de diversos géneros son enriquecedores. Incluso, hay estudios que prueban que contar con mayor diversidad permiten ser más innovadores, mejorar productos, procesos y, en consecuencia, aumentar la facturación de las empresas.

Muchas empresas ya están abordando los problemas de género e inclusión como parte central de su cultura. Las empresas exitosas están desarrollando estrategias para favorecer ambientes de diversidad en el pensamiento y modelos de liderazgo inclusivo.

Romper el techo de cristal no significa esperar que el cambio sea únicamente de parte del género opuesto. Las mujeres debemos también empezar a ocupar lugares y, en este sentido, Chicas TIC se creó como un espacio para hacer networking y tender redes.

Somos un grupo interdisciplinario compuesto por ingenieras, abogadas, contadoras, periodistas, analistas de diferentes países, del ámbito público y privado, pero con un mismo objetivo: que las mujeres puedan ocupar más espacios dentro del ámbito de las TICs.

Uno de los ejes para conformar el grupo fue que las mujeres, en general, no hacemos networking porque tenemos otras prioridades como ocuparse de los hijos, la familia o hacer compras para la casa. Los hombres, en cambio, encuentran estos espacios de forma mucho más natural en grupos de fútbol o reuniones afteroffice.

Es allí dónde se forjan relaciones, se desarrollan nuevos vínculos, se establece confianza y se tocan temas que, en muchos casos, no aparecen dentro del ámbito laboral.

Chicas TIC es un grupo de mujeres para intercambiar experiencias, crear vínculos, desarrollar redes, aconsejarnos, debatir, reírse y pasarla bien, pero, sobre todo, fortalecer el valor y el aporte de la mujer al desarrollo de la tecnología en América Latina, concluyen desde ASIET.

Algunas de las ChicasTIC son:

- Maria Victoria Sukenik, Presidenta de la Comisión de Estudio 5 de UIT-T

- Marina Rosso Siverino, Presidenta de Comisión de Tecnología, Innovación y Transformación Digital del Centro Argentino de Ingenieros

- Martha Suárez, Directora General de ANE (Colombia)

- Tina Lu, Analista de Counterpoint Research

- Sonia Agnese, Analista de Ovum

- Leticia Pautasio, editora en Jefe en TeleSemana.com

- Mara Provenzano, Co-fundadora de NETI

-Esta nota fue publicada originalmente en la revista de la ASIET

Te puede interesar