Los países, empresas y trabajadores que sepan introducir la inteligencia artificial serían ampliamente beneficiados. Eso es lo que dice McKinsey Global Institute en un nuevo estudio en donde intenta explicar el impacto mundial de la inteligencia artificial (IA) en la economía mundial. Para eso, analiza el comportamiento de las empresas de diferentes sectores en la adopción o no de la citada tecnología.

Se tuvieron en cuenta cinco categorías de IA: visión por computadora, lenguaje natural, asistentes virtuales, automatización de procesos robóticos y aprendizaje avanzado de máquinas.

Dos conclusiones destacan en el informe de la consultora, según informa Muy Interesante. La primera es que hay un gran potencial para que la inteligencia artificial contribuya a la actividad económica mundial, y la segunda es que, por el contrario, esta tecnología puede ampliar la brecha entre los países, las empresas y los trabajadores.

Las empresas probablemente usarán estas herramientas en diversos grados, y algunas tomarán un enfoque oportunista, probando una sola tecnología y probándola en una función específica.

“Otras podrían ser más audaces”, dice la consultora, “adoptando las cinco y luego absorbiéndolas en toda la organización”. Para 2030, 70% de las empresas podría haber adoptado al menos un tipo de inteligencia artificial, pero menos de la mitad habrá absorbido por completo las cinco categorías.

Varias barreras pueden dificultar la rápida adopción y absorción de la inteligencia artificial y sus diferentes soluciones. Por ejemplo, los adoptantes tardíos pueden tener dificultades para generar impacto de la IA en sus empresas, porque las compañías que la han adoptado primero ya han capturado sus oportunidades, y las que más se han retrasado son incapaces de desarrollar sus capacidades y atraer el talento que pueda ayudarles a volver a engancharse al tren.

La inteligencia artificial tiene el potencial de generar una actividad económica global adicional a la ya existente de alrededor de 13 billones de dólares para 2030, o un 16% más del PIB acumulado comparado con el presente. Esto equivale a un crecimiento adicional de 1,2% del PIB mundial cada año”, dice McKinsey.

El impacto de la IA podría no ser lineal, pero podría aumentar a un ritmo acelerado con el tiempo. Su contribución al crecimiento podría ser tres o más veces para 2030 de lo que es en los próximos cinco años. Es probable que en el comienzo la adopción sea lento debido a los considerables costes e inversiones asociadas al aprendizaje y el despliegue de estas tecnologías, pero posteriormente se acelerará impulsada por el efecto acumulativo de la competencia y una mejora de las capacidades complementarias junto con procesos de innovación.

A pesar de todo ello, los países que primero sean capaces de introducir la inteligencia artificial podrían aumentar su ventaja competitiva sobre los países en desarrollo, capturando entre un 20 y un 25% adicional en beneficios económicos netos, mientras que los países en desarrollo podrían capturar solo entre un 5 y un 15%.

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