El futuro de la movilidad presenta varias alternativas en lo que refiere a la propulsión de los vehículos del futuro. Con las alternativas fósiles cada vez más cuestionadas, nuevas opciones empiezan a aparecer en el horizonte de las automotrices.

Hoy, las opciones híbridas y eléctricas se posicionan como las dos grandes referentes de esta tendencia. Sin embargo, el hidrógeno gana adeptos como el combustible con más potencial de cara a las próximas décadas.

Los motivos son varios. El hidrógeno se puede generar a partir del excedente de fuentes renovables, almacenar y ser utilizado, a través de pilas de combustible (dispositivos electroquímicos que convierten la energía química de reacción en energía eléctrica), para generar electricidad sin contaminar.

La presencia de las principales compañías de energía y automoción del mundo (la holandesa Gasunie, Enagás, Repsol, Honda y Total entre otras) en un reciente encuentro sobre hidrógeno celebrado en Madrid avalan esta idea.

Actualmente, la recarga de un vehículo eléctrico medio para recorrer algo más de 250 kilómetros puede tardar entre 12 o 14 horas con un enchufe doméstico y una hora en espacios de carga especializados, que en la actualidad son escasos.

Respecto a la autonomía, un auto que utilice hidrógeno para la pila de combustible tiene una autonomía de unos 650 kilómetros, más del doble que los modelos eléctricos que más se venden en la actualidad.

Toyota, Honda, Hyundai o Mercedes son algunas de las empresas que ya están produciendo unidades impulsadas por hidrógeno, lo que ha permitido rebajar los costos de estos vehículos en un promedio del 40%.

Incluso, Mercedes-Benz ha dado un paso más, al ofrecer el GLC F-Cell, un híbrido enchufable que permite recurrir a la electricidad o al hidrógeno para abastecerse.

De todas maneras, quedan dos grandes retos por superar: los puntos de recarga y el costo del kilo de hidrógeno. En países y estados como Alemania o California hay ya más de medio centenar de hidrolineras, en Reino Unido se han construido unas 20 y Francia dispone de una quincena.

En España, en cambio, existen solo media docena y en otros países brillan por su ausencia. Es uno de los horizontes a los que miran las principales empresas actuales de distribución y venta de combustible que disponen de capacidad tecnológica y una infraestructura global.

El precio del kilo de hidrógeno, que garantiza unos 100 kilómetros de autonomía, es otra de las dificultades que afronta esta tecnología.

En la actualidad ronda los 10 dólares, muy por encima del precio de los actuales carburantes y de la electricidad.

Los vehículos pesados son otro de los objetivos del hidrógeno. Para estos, a las limitaciones de la tecnología solo eléctrica de los coches se suma el peso de las baterías, que puede llegar a las ocho toneladas. En este sentido, la pila de combustible podría ser la solución.

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