La palabra «robot» proviene originalmente de la palabra checa «robota» que significa «servidumbre», «trabajo forzoso» o «trabajo pesado». Su uso se extendió como consecuencia de una obra de teatro del escritor checo Karel Čapek titulada "Los robots universales de Rossum" representada por primera vez en 1921 en el Teatro Nacional de Praga, capital de la entonces Checoslovaquia. Desde aquel entonces, la robótica industrial ha evolucionado en el mundo, y ha alcanzado niveles solo imaginables en el cine de ciencia ficción, como en las películas "Inteligencia Artificial", "Yo Robot", entre otras.

Si bien durante los últimos 20 años ingenieros y científicos buscaron producir robots humanoides con inteligencia artificial emocional para generar una mayor empatía con su interlocutor, estos desarrollos requieren fuertes inversiones y su utilización se reserva a grupos cerrados de investigación.

Con el fin de eliminar las barreras de costos y tiempos y así acelerar el desarrollo del conocimiento, un equipo de investigadores del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Columbia ha logrado un gran avance tecnológico al desarrollar un robot, bautizado como "Eva", capaz de imitar de manera realista las expresiones del rostro humano relacionadas con alegría, tristeza, sorpresa, ira, miedo y disgusto accionadas por servomotores que movilizan unos 25 "músculos". También puede mover los ojos, abrir y cerrar los párpados, asentir y girar la cabeza y emular el habla coordinando la apertura y el cierre de la boca con el audio de texto a voz emitido a través de un parlante integrado.

Tengamos en cuenta que en toda comunicación entre personas solo el 7% se transmite de lo que decimos. El componente no verbal depende de cómo lo decimos, es decir, la tonalidad de nuestra voz (lo que representa el 38% de lo que comunicamos) y nuestro lenguaje corporal, el restante 55%, según lo postuló el renombrado psicólogo conductual Dr. Albert Mehrabian en la regla "7-38-55". Imaginemos las posibilidades que un robot empático puede generar en la atención de personas en los más diversos campos: recepción, gestión de reclamos y consultas, hasta incluso potenciar desarrollos existentes en donde los robots pueden ayudar a la interacción con niños con trastorno del espectro autista.

Aunque Eva no es tan sofisticada como los robots desarrollados por organizaciones como Hanson Robotics e Hiroshi Ishiguro Laboratories, posee una gran capacidad de emular las diferentes expresiones asociadas a emociones humanas sin requerir grandes inversiones y desarrollos extensos en el tiempo. Según estiman, cualquier interesado podría desarrollar una cabeza robótica Eva por 900 dólares siguiendo las instrucciones compartidas libremente y contando con herramientas básicas, un cortador láser y una impresora 3D de escritorio. Esto facilita que la comunidad de científicos e ingenieros del mundo pueda avanzar en sus investigaciones y co-crear el conocimiento del futuro sobre esta temática mediante el uso de código abierto. 

Mientras algunas organizaciones trabajan en desarrollar robots que puedan moverse y desplazarse con agilidad, otras avanzan en aplicar tecnología para que empaticen con los seres humanos.

*Por Diego Pasjalidis, Head of Innovation & Digital STEFANINI Argentina. Miembro Fundador de Buenos Aires Tech Cluster Asociación Civil.

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