Elizabeth Holmes, que fundó la empresa biotecnológica Theranos en 2003 a los 19 años, enfrenta nueve cargos de fraude electrónico y dos de conspiración para cometer fraude electrónico que podrían valerle hasta 20 años de prisión de ser considerada culpable.

Con Theranos, Holmes prometió resultados que serían más rápidos y baratos que los ofrecidos por los laboratorios tradicionales, y realizados con apenas unas gotas de sangre.

Figuras de peso como el exsecretario de Estado, Henry Kissinger, y el exsecretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis, y el magnate de los medios de comunicación, Rupert Murdoch, compraron la promesa invirtiendo en lo que parecía una apuesta segura.

Holmes fue considerada una visionaria y hasta comparada con el fundador de Apple, Steve Jobs. Pero después de algunos años y miles de millones, la promesa se marchitó y las máquinas milagrosas no funcionaron.

De acuerdo con los fiscales, Holmes estaba consciente y mentía a los inversionistas, a los doctores y a los pacientes para continuar recaudando dinero.

"En términos de cuánto dinero el gobierno dice haber perdido, este caso no es el mayor fraude en el sector sanitario del año pasado. (...) Pero en lo que se refiere a atención mediática, ciertamente es uno de los mayores casos de la década", dijo Jason Mehta, un abogado y exfiscal especializado en fraude sanitario.

Se espera que además de Kissinger y Mattis, que llegaron a integrar el consejo de Theranos, pacientes que fueron mal diagnosticados con HIV o cáncer por los análisis defectuosos testifiquen ante el jurado.

La historia

La historia de Holmes tiene todos los elementos de una película de Hollywood (de hecho, Jennifer Lawrence la va a interpretar). A los 19 años, la emprendedora abandonó la Universidad de Stanford para revolucionar la industria de diagnósticos de laboratorio (que vale u$s76.000 millones) con un dispositivo de bajo costo que diera resultados en tiempo real a los consumidores.

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Eso fue 2003. Una década después, su empresa Theranos tenía convenios con farmacias de Walgreen y había reunido varios millones de inversionistas conocidos. Mientras, Holmes salía en la portada de muchas revistas, programas y páginas web de negocios, desde Fortune hasta Businessweek, donde se le reconocía como la multimillonaria modelo de la nueva generación.

Pero en febrero de 2015 las cosas empezaron a cambiar. John Ionnidis, un profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, escribió una carta a la Asociación Médica Americana donde acusaba a Theranos de usar la atención de la prensa para crear emoción en el público y no someterse a la revisión de la comunidad médica, proceso típico para cualquier innovación biomédica.

En octubre de ese año la controversia comenzó a seguir a Theranos cuando el diario The Wall Street Journal cuestionó la efectividad y precisión del aparato Edison, diciendo que exageraba sus servicios. El artículo escrito por el dos veces ganador del Premio Pulitzer John Carreyrou destruyó la credibilidad de la compañía, que respondió diciendo que Edison podía identificar hasta 240 desórdenes de salud, todo con un simple piquete. En realidad Edison solo puede procesar 15 tipos de tests.

Entonces, la presa del escepticismo se desbordó y las personas comenzaron a cuestionar la calidad y la ética de Theranos. Surgieron varias investigaciones que demostraban que gran parte de los exámenes de Edison estaban mal y que los laboratorios de Theranos no pasaban las pruebas de seguridad e higiene. Cómo la compañía nunca había solicitado una licencia sanitaria del Food and Drug Administration (FDA), la agencia decidió hacerles una visita sorpresa.

Theranos se volvió loco tratando de mejorar su metodología para agradar al departamento de higiene, pero sus esfuerzos no fueron suficientes. El 7 de julio pasado, el gobierno estadounidense le retiró las pocas certificaciones que tenía y le prohibió su CEO, Elizabeth Holmes, operar laboratorios por al menos dos años.

¿Qué significa todo esto? Que Theranos realizó análisis de sangre a miles de personas antes de tener una tecnología adecuada. Sobrevalorar las virtudes un producto no es tan grave cuando se trata de una aspiradora o una plancha, pero cuando el resultado puede alterar la calidad de vida de un paciente, es otro cantar.

Tras una década de desarrollo la tecnología simplemente no funciona
 

Con todo esto, de frente a un escándalo que amenazaba con destruir el trabajo de su vida, Holmes decidió hacer todo lo que no se debe de hacer durante una crisis y negó que cualquier cosa estuviera mal y se dibujó a sí misma como la víctima de grandes corporaciones que no querían que ella y su producto cambiaran la industria.

En una entrevista con la NBC, Holmes dijo "Esto es lo que sucede cuando quieres cambiar las cosas. Primero piensan que estás loca, luego te combaten. Finalmente, cambias al mundo. Debo decir que me sorprendió que el WSJ publicara tan mal artículo…"

Esa había sido la firme postura de la compañía frente al escándalo. Incluso cuando salieron a la luz más estudios, reseñas y pruebas que demostraban la poca calidad de Edison, Holmes y Theranos mantenía que el artículo del Wall Street Journal era "poco certero, engañoso y difamatorio", que Carreyrou buscaba hacerles daño y que muchas quejas surgieron de exempleados molestos y empresarios corruptos.

Seis meses después cambió su discurso. En una segunda entrevista con NBC, Holmes dijo "Todo lo que pasa en esta compañía es mi responsabilidad. Me siento devastada por no haber notado los errores a tiempo para arreglarlos". Juró que trabajaría para reconstruir su laboratorio desde sus cimientos y asegurar que nunca jamás pasara algo similar.

La entrevistadora, la famosa Maria Shriver, le contestó, "Manejas una startup de salud, estás jugando con la vida de las personas. Los doctores prescriben medicinas basándose en los resultados de los análisis de sangre que dan tus aparatos. Uno asumiría que el dispositivo estaría más que perfeccionado".

 "Absolutamente", respondió Holmes. "Y lo más devastador de todo esto es que en verdad creímos que así era", según consigna Entrepreneur.

Tras una década de desarrollo la tecnología simplemente no funciona. Cuando la verdad salió a la luz, Holmes se dedicó a atacar a sus acusadores. Después, de la nada, decide admitir sus errores y promete arreglar sus fallos. Dice ser responsable, pero en la misma entrevista parece querer demostrar que ella realmente no sabía qué estaba pasando.

Dorothy Crenshaw, fundadora de la consultora de relaciones públicas Crenshaw Communications, indica que el caso de Holmes demuestra que "en algún punto de su historia, Theranos empezó a creer su propio PR y pensó que pronto podría alcanzar la expectativa de la gente".

A pesar de la gran cobertura de medios y las valuaciones tan exageradas que alcanzó, la situación actual de Theranos demuestra qué pasa cuando la honestidad y transparencia no son parte del ADN de una compañía.

Si la empresa hubiera sido abierta sobre cómo funcionaba su tecnología o el hecho de que le faltaba desarrollo, no estaría acabada.

¿En cuanto a Holmes? De acuerdo con Forbes, la valuación de la joven CEO pasó de u$s4.500 millones de dólares a cero ya que, tras cambiar su estimación de valor de la empresa de u$s9.000 millones a u$s800 millones, se dio a conocer que Holmes posee acciones comunes, lo que significa que recibiría dinero solo hasta que los inversionistas hubieran recobrado su capital.

"Es lo que vuelve este caso real. Es lo que hace que el argumento del gobierno no sea sólo sobre dinero, sino sobre verdadero daño a los pacientes", dijo Mehta. Si Holmes decide hablar, será el testimonio más esperado.

Holmes llegó a amasar una fortuna estimada de 3.600 millones de dólares, de acuerdo con la revista Forbes en 2014. En la época era la millonaria más joven sin haber heredado una fortuna. El juicio ha sido pospuesto varias veces porque la acusada tuvo un hijo en julio.

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