Los sistemas biométricos existentes son controvertidos: una vez divulgados están comprometidos para siempre. Nadie puede renovar su iris o su huella dactilar.

Es por eso que la próxima gran apuesta de la biometría como método de identificación es que abras puertas, desbloquees teléfonos y te registres en plataformas con el poder de tu mente. 

"Las credenciales criptográficas más seguras pueden obtenerse mediante ondas cerebrales de potencial relacionado con eventos", aseguran los creadores del modelo experimental Brain Password, que están presentando su plan alternativo.

La dea es que la respuesta de tu cerebro a un estímulo específico sea la contraseña. La llave maestra. "¿Y todo eso, cómo?", te preguntarás. La posibilidad de medir la actividad cerebral ya lleva tiempo entre nosotros, en forma de electroencefalograma, cuenta El País. Esta técnica no invasiva obtiene las medidas resultantes de los impulsos eléctricos emitidos por un gran número de neuronas a través de un conjunto de electrodos adheridos a la cabeza del sujeto.

"Como analogía de una contraseña fuerte, que requiere números, letras y caracteres especiales, el diseño de nuestra contraseña cerebral también incluye una mezcla de distintos estímulos visuales que fortalecen el password", explican los investigadores de las universidades de Nueva York y Colorado.

Lo que se está buscando es que cada estímulo impacte un área distinta del cerebro. "En nuestro diseño hemos seleccionado las imágenes de un animal, un famoso humano y un segmento de texto como estímulos para las áreas que procesan la memoria declarativa, el reconocimiento facial y la comprensión lectora, respectivamente". Por ejemplo, foto de un leopardo de las nieves, foto de Leonardo DiCaprio, frase que dice "aspira a inspirar". El sistema te mostraría esta secuencia cuatro veces y extraería el promedio de tus ondas cerebrales resultantes a través de un casco con sensores.

¿Eres quien dices ser? ¿Tus ondas cerebrales coinciden con las almacenadas previamente en la base de datos del lugar al que estás intentando acceder? Pum. Sésamo abierto. ¿Y si se entrometen los hackers del lado oscuro? Renovar tu cerebro tampoco es una opción. De hecho, si lo pierdes, tus problemas son mucho peores que quedarte sin contraseña. Lo bueno de Brain Password es que si la base de datos se viera comprometida, el cerebro no perderían su efectividad en lo que a identificación se refiere. El incidente puede resolverse modificando los estímulos. Basta una nueva secuencia de imágenes y texto.

Esta propiedad, que se conoce como cancelabilidad, es la que trae de cabeza a los creadores de los otros sistemas.

Una vez que los detalles de tu cara, tu ojo y tu dedo están en malas manos, tu capacidad para identificarte con ellos queda irremediablemente comprometida y es imposible de recuperar, a menos que quieras pasar por el quirófano, lo cual nos parece un poco extremo. Por eso es tan importante la cancelabilidad. Y por lo mismo, es recomendable que utilices los sistemas biométricos de los que ya dispones como una herramienta secundaria, no como único medio de identificación.

El enorme potencial de este método frente a otros sistemas de biometría contrasta con los retos que aún entraña ponerlo en marcha. Según otro equipo de investigadores taiwaneses, parte del problema es que la mayoría de los estudios que utilizan el electroencefalograma como método de identificación se han realizado en condiciones poco realistas. Implementar este sistema exige, por ejemplo, equipos fáciles de usar para usuarios inexpertos.

Pero el problema no acaba aquí. Los experimentos hechos hasta el momento, realizados en periodos de tiempo limitados, perdían efectividad con el paso del tiempo: un sistema funcional tendría que ser capaz de reconocer a usuarios con diferencias temporales de días, meses e incluso años.

Para lograrlo, necesitamos medidas que no pierdan relevancia ante el envejecimiento, el dolor, la enfermedad o la variedad de estados emocionales que pueden modificar nuestras ondas cerebrales. En el caso de los protocolos de identificación, parece que la mejor opción es la que proponen los creadores de Brain Password, puesto que las alternativas de tomar medidas de un cerebro en reposo o durante la realización de tareas concretas están sujetas a demasiadas variables.

Además, está la posibilidad de la adaptación al estímulo, es decir, de que al décimo día, la cara de Leonardo DiCaprio no te diga nada. "Un modo de prevenirlo es cambiar los contenidos. Por ejemplo, estudios anteriores han utilizado caras que expresan emociones y han comprobado que la adaptación se reduce, en comparación con el uso de expresiones neutras", explican los taiwaneses. 

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