Microsoft da un polémico paso con el ejército de Estados Unidos. Luego de batallar contra la competencia y contra sus propios empleados, la firma norteamericana ganó un contrato por u$s 480 millones con el Departamento de Defensa para proporcionar 100.000 HoloLens, sus gafas de realidad aumentada.

Según la BBC, esto potenciaría las capacidades de los soldados en el campo de batalla. “Esto incrementará la capacidad letal de los soldados, al mejorar la habilidad de detección, decisión y enfrentamiento al enemigo”, aseguró el gobierno.

Asimismo, Microsoft difundió un comunicado donde asegura que “las tropas tendrán más y mejor información” para la toma de decisiones. Cabe destacar que el ejército ya las usaba para entrenar.

Entre algunas de sus funcionalidades, esta versión de los HoloLens incorpora visión nocturna, además de sensores térmicos para medir signos vitales, protección auditiva y conexión WiFi.

Pero no pierden su foco en realidad aumentada: estas gafas podrán reproducir imágenes holográficas sobre escenarios reales, sin necesidad de conectarse con otro dispositivo.

Pero este acuerdo no está exento de polémicas. Bajo el plan del gobierno “proyecto JEDI” (Joint Enterprise Defense Infrastructure), la compañía de Redmond compite desde agosto contra otras 20 firmas por el contrato.

Desde que se difundió esta noticia, los empleados empezaron a juntar firmas para detener esta postulación porque “no están a favor de que las tecnologías que ellos desarrollan causen dolor o sufrimiento humano”.

Sin embargo, a finales de ese mes, el presidente y director jurídico de Microsoft, Brad Smith, dijo que la compañía tiene intención de seguir vendiendo su software al ejército estadounidense. Además, declaró en un comunicado que los empleados “con escrúpulos éticos en cuanto a los proyectos pueden cambiarse a otro puesto de trabajo dentro de la empresa”.

Como antecedente, Google dejó de lado el proyecto Maven -una tecnología de inteligencia artificial desarrollada con el Pentágono- luego de que más de 3000 empleados pidieran su cancelación. "Creemos que Google no debería participar en el negocio de la guerra", argumentaron.

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