Una de las grandes ventajas que trae aparejada la tecnología es su accesibilidad para llegar a muchas personas de forma accesible, o hasta gratuita, y acompañarlos en sus emprendimientos.

Con esa visión ha nacido el proyecto DIDI, de "identidad digital para la inclusión". Se trata de una "plataforma de identidad digital autosoberana", un desarrollo tecnológico que permite recopilar y almacenar datos de personas de barrios vulnerables que acceden a prestaciones del mundo de las microfinanzas, como microcréditos o rondas de ahorro autogestionadas, con el acompañamiento de una ONG.

Esta tecnología, que se gestiona desde un teléfono celular a través de una app, permite además que una institución emita credenciales referidas a datos de los usuarios, que les sean útiles a las familias para acceder a determinadas prestaciones o a descuentos en consumos, o para mostrar ante terceros cierta información, como la experiencia laboral o el lugar de residencia. La meta es reducir la asimetría de información, un sesgo social que perjudica, a la hora del acceso a ciertos servicios, a la población más vulnerable.

El proyecto está siendo puesto en marcha por el Programa Semillas, de la asociación civil Ecomanía, con unos 250 emprendedores del Barrio 31, en la ciudad de Buenos Aires. "El plan arrancó hace un año y medio y ahora estamos en la etapa de implementación; esta prueba piloto está orientada a la inclusión financiera y es para beneficiarios del Programa Semillas y vecinos que usan el modelo de ahorro llamado rondas", explica Daniel Zan, director ejecutivo de Semillas, al referirse a la iniciativa, que es liderada por el BID Lab y Bitcoin Argentina y de la que son socios NEC, las tecnologías para gestión de datos RSK y RIF, ATIX Labs y Accenture.

"La tecnología usada corre en blockchain, porque así la información es manejada solamente por su dueño, que es el usuario, y no queda un backup en otro lado", agrega Zan, que dice que eso es importante también para el emisor de credenciales, porque la información no podrá alterarse (en este caso, este rol de emisor lo cumple Semillas, pero la idea es extenderlo a otras entidades).

Esas credenciales validan, por ejemplo, el comportamiento de una persona en el pago de las cuotas de un microcrédito, y también buscan dar fe de otros datos, como el domicilio de residencia, la conformación del grupo familiar, las características del emprendimiento económico, o las experiencias laborales y de capacitación. El objetivo es que sirva para contener desde la información de vacunas aplicadas hasta, por ejemplo, los datos para acceder a descuentos en redes de comercios o a servicios de salud por parte de ciertos prestadores con los que haya acuerdos.

El Programa Semillas se propone, desde 2016, generar oportunidades de desarrollo de personas que viven en la pobreza, a través de las microfinanzas. Tiene presencia en la ciudad de Buenos Aires y en nueve zonas del norte y del oeste del conurbano bonaerense. Sus créditos hoy son de un monto promedio de unos $21.000, prevén plazos de tres meses y contemplan un costo del financiamiento que arranca en 30% anual, dependiendo de las fuentes de fondeo a las que se accede (un tema hoy difícil, este último, para las microfinanzas). El plan de la ONG incluye facilitar el acceso a servicios de salud para la poblaciones vulnerables con las cuales se trabaja y, por eso, hay también créditos específicos para el acceso a medicamentos o tratamientos, atención en jornadas de salud, y consultas y prestaciones gratuitas oftalmológicas (en una tarea conjunta con la Fundación Zambrano).

Las rondas, por su parte, son acciones de grupos de personas conocidas entre sí, que se reúnen y deciden cuánto dinero poner en un fondo para el ahorro. Cada semana se sortea quién se llevará lo recaudado a modo de préstamo. Es una práctica frecuente, explica Zan, entre quienes llegaron desde otros países de la región. Y está basada en la confianza.

El objetivo de DIDI, señalan quienes impulsan el proyecto, no es otro que el de mejorar ese aspecto de la vida misma al que definen como "el motor de desarrollo": la confianza, indicó La Nación.

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