Los generales de un ejército bizantino rodean una ciudad enemiga.

Se posicionan con sus respectivas tropas en los alrededores, a cierta distancia entre sí, y no se deciden entre ordenar un ataque o una replegada.

Es necesario, pues, que acuerden un plan de guerra.

Los altos cargos militares sospechan de que entre ellos hay al menos un traidor, lo que hace difícil tomar la decisión en conjunto.

Si van a atacar, deben hacerlo todos y bien coordinados, pues de lo contrario es muy probable que pierdan la batalla.

Un general podría enviar un mensaje a los demás anunciando que va a atacar, cuando en realidad pretende ordenar el repliegue y hacer que el resto falle.

Pero ¿cómo ponerse de acuerdo?

Problema de lealtad

Este planteamiento fue hecho por Robert Shostak y desarrollado con Leslie Lamport y Marshall Pease en 1982 en el centro de investigación científica y tecnológica SRI International.

Lo llamaron el "problema de los generales bizantinos"y lo que querían era solucionarlo para luego aplicar el proceso a sistemas informáticos conformados por varias computadoras.

"Los sistemas informáticos confiables deben manejar componentes que funcionan mal y que brindan información conflictiva a diferentes partes del sistema", plantearon Shostak, Lamport y Pease.

"El problema es encontrar un algoritmo que garantice que los generales leales lleguen a un acuerdo. Se muestra que, usando solo mensajes orales, este problema es solucionable si y solo si más de dos tercios de los generales son leales. Un solo traidor puede confundir a dos generales leales", explican en su estudio.

6 ÷ 2(1 2) Por qué la solución a esta sencilla ecuación es tan problemática

Para resolverlo, ofrecieron una serie de ecuaciones y algoritmos que llevan a la solución a través de un sistema de mensajes "inviolables".

¿Qué uso práctico tiene?

El "problema de los generales bizantinos" y su solución se han aplicado desde la década de 1980 en diversos ámbitos, desde los sistemas informáticos a la industria aeroespacial y a la nuclear.

Pero más recientemente se ha usado en el desarrollo de las monedas digitales.

"Este problema se planteó para explicar una situación en la que los involucrados deben consensuar una estrategia para evitar el caos del sistema", explica Eloisa Cadenas, una especialista en el tema.

"Cuando hay un miembro malicioso, el consenso es la clave", añade la investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México y directora general de CryptoFintech.

Si tenemos una molestia en los ojos, ejemplifica Cadenas, y el oftalmólogo asegura que están bien pero el neurólogo dice que no lo están, se presenta un conflicto que hace que la búsqueda de una solución se convierta en un problema.

Lo mismo ocurre con los sistemas computacionales.

"Cuando tenemos un sistema informático distribuido -que tiene muchos nodos o computadoras- puede haber una condición en la que no se sepa que un componente que falló realmente lo hizo", explica Cadenas.

"Podrían estar presentando síntomas, pero que algunos sistemas lo detecten como bueno y otros como malo", añade.

A ese problema se enfrentaban los creadores del dinero digital o monedas digitales en las décadas de 1990 y 2000, quienes buscaban eliminar de la ecuación de las transacciones personales a los poderosos bancos y a los gobiernos que dominan el sistema financiero mundial.

Pero en internet ¿quién puede confiar en quien está del otro lado?

Satoshi Nakamoto es un nombre clave para resolver el reto, indicó BBC Mundo.

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