El sistema biométrico de reconocimiento facial es una herramienta en auge. Este software consiste en captar la imagen de una persona y, mediante algoritmos, encontrar el parecido con una base de datos de rostros ya existente. A pesar de ser utilizada actualmente en varios países por organismos de gobierno, así como también por sectores privados, aún existen controversias en cuanto al uso de esta innovación.

De gran ayuda en el campo de la investigación y la seguridad, el reconocimiento facial también ha sido tecnología de inspiración para el desarrollo de apps de entretenimiento, creaciones artísticas y herramientas para simplificar tareas cotidianas. Implementada en más lugares de los que podemos imaginar, conlleva, junto con la inteligencia artificial, uno de los desafíos éticos y digitales más grandes para las empresas tecnológicas.

¿Mayor seguridad o violación a la privacidad?

La RAE reconoce a la identidad como el conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás. Ahora, ¿cuántos datos podemos recabar de la identidad de una persona, sin que se considere una pérdida de la privacidad?

El procesamiento y reconocimiento de imágenes fue un avance, por ejemplo, para la localización y captura de personas que han tenido problemas con la ley. En este sentido, la videovigilancia nos permite adelantarnos o prevenir situaciones de riesgo para la sociedad, cómo ciberataques, terrorismo, fraude de identidad, etc. Si bien es claro lo valioso que resulta este proceso, el debate se abre cuando no hay transparencia respecto al uso de la información de los ciudadanos. En esta era, donde la información es el activo más valioso, es de vital importancia proteger y velar por los datos de la sociedad.

Todos los avances tecnológicos a lo largo de la historia han generado conflictos y dilemas a pesar de los beneficios que son capaces de otorgar al conjunto de la sociedad. En este sentido, el uso de una herramienta de vigilancia, que implica mejoras y nuevas posibilidades para la seguridad de la sociedad, tampoco debería ser dejada de lado.Subsanar sus aspectos más negativos, implica atender a ciertas cuestiones. Por ejemplo, mantener un transparente y detallado registro del camino de estos datos, es decir, una auditoría eficiente frente a la videovigilancia, junto con la creación de políticas públicas y legislaciones que delimiten los usos y propiedades de la información, podría ser una solución ante la disconformidad social por el uso del reconocimiento facial.

Si como entes responsables transitamos un camino ético y de objetivos claros respecto de los sistemas de seguridad digital y tecnológicos, la aceptación social y la predisposición tecnológica de los ciudadanos ante el uso del reconocimiento facial se instalará de manera favorable en la sociedad.

* Daniel Menal, Gerente responsable por Bigdata & Analytics en Everis Argentina

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