En el eje principal de la revolución del coche autónomo aparece un elemento en el que casi nadie repara cuando conduce: el parabrisas. 

Dentro de no mucho tiempo la luna delantera del vehículo se convertirá en una pantalla multifuncional en la que se recibirá información relevante para la conducción, se proyectarán películas y desde ella se lanzarán impactos publicitarios a los ocupantes. 

Las previsiones, por lo general muy optimistas, indican que esto ocurrirá dentro de cinco años.

Del parabrisas (y de las cámaras y sensores que aloja) ya dependen numerosos sistemas de ayuda, como el control de crucero adaptativo, la alerta de mantenimiento de carril o los limpiaparabrisas y luces automáticos. 

Hay otro elemento que se apoya necesariamente en el cristal: el Head Up Display (HUD), que proyecta datos del coche (velocidad, indicaciones del navegador o reconocimiento de señales) para que el conductor pueda consultarlos sin retirar la vista del camino. 

Esta es la base de la evolución próxima del parabrisas: la realidad aumentada, el 3D y sobre todo la proyección de información. Tanto por motivos prácticos como (en una fase más avanzada) por razones económicas.

Los expertos aseguran que los sistemas de visualización en tres dimensiones ayudan a estructurar y comprender mejor los mensajes, y los conductores se mueven en un entorno tridimensional. 

Un estudio de la Universidad de Stuttgart concluye que la tecnología 3D (como la que utiliza en HUD) acelera la reacción del conductor y facilita los cálculos de distancia y profundidad. Esto será importante en los coches autónomos de nivel 3, en los que el automovilista deberá estar preparado para tomar el control en cualquier momento.

Los fabricantes de pantallas están desarrollando cristales capaces de incorporar elementos digitales que a su vez aporten detalles significativos: en los parabrisas futuros aparecerán avisos, indicaciones útiles para la circulación o señales de alerta, y algunos ingenieros trabajan ya en la posibilidad de realizar videollamadas de un coche autónomo a otro. Pero el paso más importante será el siguiente: el parabrisas convertido en pantalla de cine y en lienzo publicitario.

Christoph Keese, vicepresidente del grupo editorial Axel Springer, asegura que ese es el camino: "El parabrisas va a convertirse en la parte más importante de un auto". 

Para que se cumpla la profecía, primero deberá desarrollarse completamente el coche autónomo, espacio en el que, según algunos cálculos, las personas pasarán una media de una hora y media al día. 

Los fabricantes recibirán ingresos, más que por la venta de vehículos, por la venta de kilómetros y por la comercialización de paquetes de contenidos digitales. 

Asimismo, obtendrán beneficios de la explotación de publicidad: los cristales del vehículo (probablemente no solo el delantero, sino también los laterales y el trasero) se convertirán en vallas publicitarias virtuales.

La tecnología avanza en la misma dirección. A corto plazo, el parabrisas tendrá una opacidad variable para cumplir varias funciones a la vez: será transparente para que los conductores puedan ver a través de él, pero esa transparencia podrá graduarse para que se proyecten en él elementos de realidad aumentada o películas en 3D.

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