La innovación constante en las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) modificó diferentes aspectos sociales y culturales, y la educación fue uno de los ámbitos en el que más impactó y que recibió aportes de esta disrupción tecnológica.

Al final del siglo XX, los estudiantes matriculados fueron casi un 500% más en relación a mediados del mismo siglo y esta diferencia se agudizó en los últimos 20 años. Cuanto más avanza la ciencia y el conocimiento, y más se desarrolla y expande el sistema educativo, más grande es la diferencia entre los países desarrollados y los en vías de desarrollo en relación a la forma en que se distribuyen estos factores (ciencia y el conocimiento).

El impacto de las TIC en la educación logró –entre otras cosas– que la computación brinde un espacio ideal para que el aprendizaje se realice de forma ubicua, es decir en cualquier momento y lugar. La posibilidad de contar con dispositivos que permiten acceder a la información en cualquier momento del día, que poseen acceso a redes que promueven la interacción entre personas, posibilitó un cambio de enfoque en las metodologías de enseñanza y aprendizaje.

Es por esto que es necesario que las instituciones educativas contribuyan al desarrollo de las facetas personales, sociales, culturales, políticas y económicas y, de ese modo, preparar a los estudiantes para poder dar respuesta al contexto social cambiante.

El desarrollo creciente de las TIC junto con el concepto de trabajo colaborativo, conforman los entornos de Trabajo Colaborativo Asistido por Computadora (Computer Supported Collaborative Work, CSCW). Este concepto, integrado en entornos de enseñanza y aprendizaje colaborativo, da origen a los entornos de Aprendizaje Colaborativo Asistidos por Computadora (Computer-Supported Collaborative Learning, CSCL).

Esta integración se basa en el impacto social del trabajo colaborativo y las TIC en la educación. Este impacto transforma la manera tradicional de enseñanza, con varios cambios, entre ellos el Aprendizaje Basado en Competencias y centrada en el alumno y el impacto de las TIC en los procesos de enseñanza y aprendizaje para lo cual es necesario también modificar y adaptar los criterios y estrategias de evaluación motivados por esta disrupción.

El modelo CSCL está compuesto por tres dimensiones: Ciencias de la Computación, Psicología y Pedagogía. A estas, se agrega una cuarta dimensión que representa la tecnología subyacente que materializa el concepto de ubicuidad.

Sumado al modelo de aprendizaje basado "en Competencias", un proceso constructivista centrado en la propia capacidad y responsabilidad del estudiante y en el desarrollo de su autonomía, un sistema de enseñanza y aprendizaje universitario que se concentra en el estudiante y no en el educador, permite retomar el modelo que también promueve reformular y adaptar los criterios y estrategias de evaluación motivados por la disrupción tecnológica que da origen a los entornos CSCL.

En consecuencia, el mayor desafío que enfrentan las instituciones educativas es integrar estos dos modelos formativos, el aprendizaje basado en competencias y el modelo de aprendizaje colaborativo asistido por computadora.

En mi experiencia en el proyecto de herramientas colaborativas UAI CASE, alumnos de la carrera de Ingeniería en Sistemas Informáticos trabajan en asignaturas relacionadas con la ingeniería de software, con el objetivo principal de estudiar e investigar diferentes técnicas que permitan integrar la educación basada en competencias dentro de entornos virtuales colaborativos a fin de aprovechar las bondades de las TIC. 

Si bien el desafío principal consiste en diseñar una infraestructura para poder brindar servicios de educación mediada por la tecnología, es necesario también permitir que los alumnos puedan trabajar de forma colaborativa y optimizar al máximo el proceso formativo propuesto por esta modalidad.

* Nicolás Battaglia es profesor adjunto de la Facultad de Tecnología Informática e investigador del Centro de Altos Estudios de la Universidad Abierta Interamericana (UAI).

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