La demanda de cajas de seguridad por parte de ahorristas es tal que empresas privadas desembarcaron en el país para darle pelea a la banca tradicional.

Una de ellas es Ingot, que con una inversión de 100 millones de pesos ofrece este servicio e incorpora tecnología de avanzada. Su CEO, Juan Piantoni, es exdirector de Hausler, firma que había fundado hace 6 años y a la que ahora busca disputarle el liderazgo. 

El temor de los argentinos al futuro económico es muy grande, y esto se refleja en la forma en que buscan proteger sus activos. En este sentido, la actividad del resguardo de valores experimenta un verdadero boom y le da la espalda a la profunda crisis de la que se hicieron eco casi todos los sectores. 

La banca tiene 800.000 cajas de seguridad en el país, pero esa cantidad resulta insuficiente para dar abasto con los requerimientos. Anotarse en cola de espera resulta habitual y en algunas entidades hay que aguardar seis meses para disponer del servicio. No es para menos, los argentinos retiraron del sistema más de u$s13.000 millones y los depósitos en dólares cayeron cerca de un 40% desde las PASO.

Negocio que trasciende crisis

Sobre la Avenida Corrientes, a pocas cuadras del Obelisco, en un edificio similar a cualquier otro del centro porteño, se encuentra la casa central de Ingot, que ocupa una superficie de 1.000 metros cuadrados. Allí hay cuatro bóvedas.

- Dos de esas bóvedas están destinadas al resguardo de diversos valores: una para clientes particulares y otra para empresas (alojan 2.000 cajas de seguridad y hay espacio suficiente como para ampliar esa cifra a 6.000)

- Las dos restantes son pioneras, por su uso, en el mercado argentino: una se utiliza para el guardado de obras de arte (hasta 300); y otra para que los inversores de monedas digitales puedan depositar allí las billeteras físicas (poseen el formato de un pendrive)

"Este es un negocio que va más allá de las crisis locales. Ahora hay mayor demanda por los vaivenes económicos, pero la necesidad es sostenida en el tiempo", confía Piantoni a iProUP desde su oficina, también ubicada en la casa central.

 

Si bien la llegada a la Argentina de compañías que brindan esta prestación resulta novedosa, en el mundo es muy habitual. En Inglaterra, hay 77 firmas dedicadas a brindar esta prestación. En tanto, en los Estados Unidos la mitad de las cajas de seguridad está fuera del sistema bancario.

Existen diversas diferencias entre el servicio tradicional y el de una empresa privada:

- Horario de atención: de 9.30 a 18:30 y también los sábados, mientras que en las entidades tradicionales esa franja horaria es de 10 a 15 horas, de lunes a viernes- Plazo de contratación: puede pactarse su uso por unos pocos días, mientras que en los bancos los contratos suelen tener un año mínimo de duración

- Nivel de seguridad: es, acaso, la diferencia más sustancial. Deben sortearse hasta nueve instancias (rejas, detectores de metales, barreras infrarrojas, personal de seguridad, restricción por molinetes, identificación por alias y reconocimiento biométrico) mientras que en los bancos hay sólo dos (puerta de la bóveda y del cofre)

"Estas diferencias existen porque las cajas de seguridad no son el negocio central para los bancos, entonces no le dan la atención correcta", asegura Piantoni, quien conoce de cerca el sistema por haber trabajado diez años como asesor financiero en el Citi.

Además, señala que la firma se vio casi desbordada en este tiempo ante la demanda de cientos de ahorristas que se acercaron para solicitar un cofre. E indica que la única manera de no quedar en lista de espera consistía en contratar un servicio, como un seguro de caución o la solicitud de otra tarjeta de crédito.

Para diferenciarse de la banca tradicional, las firmas que proveen cajas de seguridad "4.0" apuntan a mejorar ciertos aspectos: los clientes pueden concurrir los fines de semana, disponen de amplias salas de reunión para realizar escrituras o transacciones y acceden a una app con un semáforo que les indica si hay demora para acceder a las bóvedas.

"Muchos quedan impactados al recorrer el edificio y la pregunta que más resuena tiene que ver con el costo", señala Piantoni, quien especifica que la caja más chica (10x15cm) puede ser rentada por $17.700 al año ($1.500 mensuales), mientras que las más grandes alcanzan los $130.000 anuales ($11.000 por mes).

Las reservas por día o algunas semanas tienen un valor proporcionalmente mayor y en la empresa creen que la demanda se acrecentará aún más cuando el sector inmobiliario recupere su dinamismo.Estos valores están por debajo del de los bancos: en una de las entidades líderes, una caja del mismo tamaño cuesta $3.300 por mes, y pasará a casi $5.000 en diciembre o enero, lo que equivale a una suba de 47%. Este aumento forma parte de las recientes subas de comisiones bancarias, siendo este servicio uno de los que más trepó.

El colchón, la principal competencia

Ingot arrancó sus operaciones el 21 de octubre y en sus primeras dos semanas sufrió un aluvión de personas en busca de espacios para dejar su dinero resguardado. En lo que se refiere a las bóvedas de cuadros y a los monederos de bitcoins, señala que la cantidad de consultas viene en franco aumento. 

Para la contratación, los interesados deben acercarse a las oficinas y presentar el documento y un servicio a su nombre. Los datos se chequean en una base pública para descartar vínculos con terrorismo o narcotráfico.

Al igual que en el banco, reciben una llave (la otra queda en manos de la institución). A diferencia de las entidades bancarias, los datos del usuario son borrados del sistema y las personas se manejan con un alias.

"Nuestro mayor competidor no son los bancos ni la competencia directa, sino el colchón", asegura Piantoni, en referencia a la cultura de muchos argentinos de atesorar billetes verdes en el hogar, producto de la desconfianza que aún tienen en el sistema bancario.

La razón no tiene tanto que ver con el precio de refugiar el dinero (en la caja más pequeña y económica entran unos 250.000 dólares). El argentino no tiene cultura del resguardo. Por ejemplo, los seguros de viviendas son baratos y sin embargo muchos no se preocupan por tenerlos", dice el exbanquero.

Los planes de Ingot son ambiciosos: apunta a abrir una sucursal por semestre, no sólo en la Ciudad sino también en varias provincias, y no descarta otros países, como como Uruguay, donde en breve abrirán las puertas en Montevideo y en Punta del Este. En esta última locación, bajo la marca STROM INGOT con un servicio robotizado único en la región ubicado en el hotel Enjoy (ex Conrad).

En cada nueva dependencia espera sumar 100 clientes al mes. De cumplirse las expectativas, para fines de 2020 contabilizará tres sucursales y más de 3.500 cajas de seguridad rentadas.

Sin embargo, esas filiales no serán como la casa central (es decir, edificio con varios pisos, oficinas administrativas y cuatro bóvedas). En vez de 1.000 metros cuadrados, tendrán 100. La primera verá la luz en enero, en el edificio Comega, en Avenida Corrientes y Alem, en pleno centro porteño. El segundo, en Parque Leloir, oeste del Gran Buenos Aires.

Estas sucursales tendrán "bóvedas robotizadas" y se las puede pensar como un cajero automático dentro de un edificio. Se trata de filiales automatizadas que permiten operar en cualquier día y horario y a las cuales se ingresa con un PIN. Obviamente, para tener acceso al cofre se requiere el chequeo de datos biométricos. "Hay una tendencia en el mundo al autoservicio para operar cuándo y cómo quieras", detalla Piantoni.

Bóveda física para dinero virtual

El desembarco de la compañía llega con innovación: la primera bóveda de dispositivos cripto wallet del país. Se trata de un espacio destinado al guardado de monederos virtuales con forma de pen drives que adquieren quienes invierten en monedas digitales para guardar sus claves públicas (similar al CBU bancario) y privada (como el PIN del cajero). Como no están conectados a Internet, no pueden ser penetrados por hackers.Además, estas instalaciones podrían utilizarse para resguardo de discos rígidos, tokens, pen drives y otros dispositivos. En el caso de monederos de divisas virtuales, tienen especial valor dado que es la única forma de acceder a las monedas digitales. Estas cripto wallets se ubicará en una bóveda que tiene forma de caja, rodeada de aluminio y dentro de una jaula de Faraday para prevenir el accionar de campos magnéticos.

"Para mí, estas divisas son la moneda del futuro y cada vez hay más gente que apuesta por ellas. Quise conjugar un modelo de negocio virtual con un lugar físico, porque más allá de que todo pueda quedar en la nube o en un código blockchain, ya vimos que la tecnología no está exenta de fallas", asegura Piantoni.

El acceso individual se realiza bajo las mismas normas de seguridad que para entrar a las bóvedas de empresas, cajas para individuos y la de arte. La compañía además ofrece una aplicación que funciona como "bóveda digital", donde los clientes pueden guardar sus contraseñas en vez de hacerlo en lugares inseguros, como el bloc de notas del celular.

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