La economía argentina sigue en recesión y hasta lo reconoció el propio Gobierno a mediados de septiembre. Las cifras del INDEC lo fueron confirmando: la actividad bajó 1,6% en agosto, la capacidad instalada de la industra se colocó en 63% ese mismo mes tras una caída interanual de 4,3 puntos porcentuales.

Y el consumo sigue en picada: las compras en shoppings y supermercados cayeron en septiembre 2,6% y 4,2%, respectivamente, en comparación con igual mes de 2017. Ahora ¿qué ocurre con los tradicionales tomadores de crédito para el consumo? ¿Qué pasa con las fintech en un contexto así?

En esta segunda parte de la charla Alejandro Cosentino, CEO de Afluenta, explica a iProUP por qué continúa fuerte la demanda de préstamos, y qué expectativas genera el país con las últimas medidas tomadas por el Gobierno.

En la actual coyuntura, ¿cómo se comporta el tomador de crédito? ¿sigue pidiendo?

- Hoy hay más solicitudes de créditos que nunca porque los bancos se retiraron de la oferta de crédito.

¿Qué perfiles demandan crédito?

- El tomador de crédito se comporta de manera similar a lo largo del tiempo. El crédito hipotecario arrancó, generó expectativa y ahora se retiró. Pero la familia que se había entusiasmado con la mudanza y no lo puede hacer, ahora arregla el baño, la cocina. Un 30% de los que toman crédito en Afluenta se está arreglando la casa. O si el cliente se muda y alquila, y quiere vivir bien, cuando entra pinta y también pide un préstamo.

El segundo motivo de solicitud, que ha perdido relevancia porque llegó a ser de 25% y a hora es de 15%, es el préstamo para cambiar auto o arreglarlo. Entre estos dos tenemos un 45% de préstamos otorgados. El segmento que creció mucho es el de la consolidación de crédito, porque la gente cree que la tarjeta de crédito tiene tasa fija y es variable. Se pide préstamo para salir de esa deuda, pero lo hacen a plazos más grandes a modo de bajar la incidencia de la cuota en la economía familiar. La tarjeta de crédito siempre fue más cara que los préstamos, históricamente, porque se aprovechan de la inmediatez. Entre estos tres motivos representan un 65% más o menos del dinero prestado.

Sorprende esto en un contexto de recesión igualmente…

- Es en estos entornos cuando se ve la necesidad de crédito. En julio se paró por el aguinaldo y hay una percepción de que tenemos plata. Luego, con el shock de agosto, la gente se paró pero no abandonó la decisión tomada sino que la postergó. Uno mira la demanda del crédito, que los bancos se retiran, que las financieras que se financian con los bancos cobran el interés más la mora con lo que la tasa no puede ser menor a 150% y, por ende, nosotros también tuvimos que ajustar las tasas para ser competitivos con los inversores.

Y seguimos siendo bajos porque nuestros costos operativos también son más bajos. La inclusión financiera no es solo acceder al crédito, sino a que sea el más bajo. Estamos recibiendo 3.000 solicitudes de crédito por día, cuando antes eran 1.200 o 1300. Y es porque la gente llega más endeudada.

¿Cuál es tu mirada del país, cómo percibís que va a evolucionar?

- Se están haciendo cosas distintas. El concepto monetario me parece que es un experimento. Los académicos te dicen que no podés ponerle un precio al dólar. Pero sí podés empezar a restringir monetariamente el circulante en la Argentina, no emitamos más. El mundo moderno dice que la inflación es un fenómeno monetario, es decir, que se produce porque hay un exceso de oferta de dinero y la gente se desprende del dinero.

Me parece que este corset que hicieron es algo nuevo, nunca se implementó. Me parece una estrategia interesante, pero hay que acompañarlo también de una baja de gasto. Creo que es un plan mejor orquestado y mejor calibrado entre los distintos actores que el que hubo anteriormente. Si se para de gastar y, por el otro lado, hay un corset monetario, la situación va a ser dura, pero si hay luz al final del túnel estaremos esperanzados.

¿Cuánto influye el contexto internacional en esta situación, más que nada por la previsión de la suba de tasas de Estados Unidos en diciembre?

- Una economía como la de Estados Unidos ya está recalentada. Suben la tasa para que no haya inflación. Que suban la tasa de interés es malo porque, para un inversor, entre tener el dinero en la Argentina al 7% y al 3,5% en Estados Unidos, se van allá, no con todo, pero con una parte. Que se vayan es desestabilizante porque hay que volver a tocar las tasas de interés.

La Argentina hoy está mucho más sensible a todas esas variables de lo que estaba años atrás. En el 2009, el mundo explotó con la caída de Lehman Brothers y acá no nos dimos cuenta porque no estábamos conectados al mundo, estábamos aislados. Cuando había un cepo era un mercado. Bueno, este es el otro extremo. Este es el mercado, el otro era tratar de controlar todas las variables. Y la verdad es que el mundo desarrollado crece con mercados más competitivos, no con mercados cerrados.

¿Y cómo puede aportar el sistema financiero a la mejora de un país en un esquema como el actual?

- Una de las cosas es que el sistema financiero está súper sólido, estable, ni siquiera las empresas argentinas están muy endeudadas. El que está endeudado es el Gobierno. No hubo capacidad para endeudarse en la Argentina, pero las familias sí están más endeudadas porque el crédito fue al consumo, no a la producción. No es malo el sistema financiero argentino, el problema es que es para pocos.

Brasil, México y Colombia no tienen transferencias electrónicas gratuitas como la Argentina. El problema es que es para 7 millones de personas y somos 44 millones. Entonces, bienvenidas fintech que se ocupan de segmentos sobre los que la banca no se ocupó, no se ocupa, ni se va a ocupar. El ahorro va creciendo muy poco y se concentran en los segmentos que son más rentables para ellos.

Sí creo que la gestión del BCRA, la actual y la anterior, promueve la innovación, algo que ocurrió con la mesa de innovación que lideró (Lucas) Llach, donde nos juntamos todos los actores. Una vez al mes armamos grupos de trabajo, vemos qué hacer para mejorar el sistema.

Y ahí aparece Mercado Libre que ayuda con los sistemas QR que permite que la gente pague, y les compite. Eso está buenísimo. El regulador mira, escucha, permite. La Argentina tiene un diálogo con los reguladores financieros a un nivel que hay pocos casos en el mundo. En ese sentido, estamos por el buen camino. Pero esto lleva tres años nomás.

¿No hay estrategia de largo plazo?

- Somos muy ansiosos, nos cuesta el largo plazo, es un ejercicio, y no sabés cómo les cuesta la paciencia a los inversores. La confianza que generamos es una combinación de ser transparentes, de trabajar de la misma manera siempre y hay que ser pacientes. Hay compañías que crecer más rápido que otras pero también se pueden salir de la banquina.

¿Hay lugar para todas las fintech que se están desarrollando en la Argentina?

-Hay distintos verticales. En general, sí. Cuando vamos por segmento, ejemplo Increase, para él sí hay mercado, pero para el competidor tal vez no, porque a los inversores les gusta el caballo ganador. Respecto de otros verticales, si la relación de crédito es de 14% del PBI, vengan, pero ¿de dónde va a venir el capital? Porque si va a ser de los bancos, estamos perdidos. Ahí sí va a haber un corset. Pero si vamos a abrevar de distintas fuentes, si vamos al mercado de capitales, seguramente. Otro ejemplo es Moni: tomaron plata ellos, la agotaron en un fideicomiso financiero, eso es virtuoso, lo agrandaron. Lo mismo hizo Mercado Libre, tenían la plata, la pusieron, fueron al mercado, fueron virtuosos porque agrandaron al mercado.

Hay que agrandar la torta y nosotras como fintech estamos agrandando la torta con lo cual hay lugar para más empresas. ¿Van a encontrar el capital? Lo otro es el préstamo, pero saliendo de las reglas tradicionales hay mucho para crecer. El tema es cómo hacemos para generar productos, como nuestro fondo de inversión para los seguros. Hicimos un producto para que vos ganes plata. En los medios de pago también hay espacio para más, hay lugar para adquirir más comercios. Pero el mejor plan para una fintech comienza con un buen plan económico de país. Porque no sólo se necesita inversión sino que las inversiones funcionen bien.

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