Reino Unido vive una verdadera revolución fintech. Son cada vez más los jóvenes que apuestan por los bancos digitales para realizar sus pagos diarias, en lugar de apostar por la banca tradicionales.

En ese sentido, una nueva saga de bancos digitales está creciendo a pasos agigantados en Reino Unido y muchos los ven a medio plazo como un serio competidor de los bancos tradicionales.

Por ahora, tienen servicios muy limitados -por lo general sólo ofrecen tarjetas de débito, cuentas corrientes y préstamos personales-, pero están recibiendo el apoyo de los grandes fondos de capital riesgo para expandir sus negocios y, sobre todo, llegar a nuevos mercados.

El mayor atractivo de estas startups son sus aplicaciones móviles, que permiten controlar las finanzas personales de forma intuitiva y muy gráfica.

También ha sido decisiva su imagen de negocio moderno, alejado del perfil de los bancos tradicionales. Por último, la ausencia de comisiones a la hora de enviar transferencias a otros países o de pagar en moneda local cuando se viaja ha atraído a muchos hombres y mujeres de negocios, incluso sin ser jóvenes Millennials.

Como inconveniente, estos nuevos bancos no tienen sucursales -algo que a los más jóvenes no les importa porque todo lo hacen online-, y les falta todavía pasar la gran prueba: demostrar que son negocios viables y con garantías como los grandes bancos.

Varios de estos negocios comenzaron como proyectos de emprendedores cansados de ver las altas comisiones que cobraban los bancos a la hora de transferir dinero (es el caso de la empresa especializada en divisas TransferWise o del banco Revolut).

Asimismo, todos se han beneficiado de una regulación más laxa por parte de la UE, que ha permitido ampliar la competencia y obtener de forma más sencilla la licencia bancaria para operar.

Hubo varias estrategias. Algunos nuevos bancos optaron por pedir la licencia bancaria y no empezar su actividad hasta conseguirla, dos años después. Es el caso de Atom (participado por BBVA), Starling y Tamdem.

Otros prefirieron lanzar el negocio, aún sin licencia, con servicios más modestos, como las tarjetas pre pago. Fue el caso de Monzo y el banco alemán N26.

El más agresivo ha sido Revolut pidió una licencia de e-money y empezó a operar con tipos de cambio. Hoy, Revolut, que aplica una agresiva estrategia de márketing, es el banco que más crece, con 10.000 nuevos clientes al día.

El último ejemplo de la fortaleza que está adquiriendo este tipo de empresas se vio recientemente cuando OakNorth, un banco británico que da crédito a pymes, se convirtió en la fintech más valorada del país tras la inyección de u$s 400 millones por parte del fondo japonés Softbank Vision Fund.

Esta aportación permitió valorar la firma en U$s 2.800 millones, todo un récord. OakNorth fue el primer banco digital británico en ganar dinero, la asignatura pendiente de casi todo el sector.

La compañía, que obtuvo su licencia bancaria en 2015 y está dirigida por el fundador Rishi Khosla, ganó 10,6 millones de libras en 2018. El año pasado, la operación récord en Reino Unido estuvo protagonizada por TransferWise, que recibió una inversión de U$s 280 millones y que también gana dinero (7,8 millones de libras en su último ejercicio).

Todos los demás proyectos están todavía en pérdidas, aunque esto de momento no preocupa a los inversores, más centrados en que estas empresas den el salto exterior.

De momento, solo Revolut ha abierto oficina en España, donde cuenta ya con miles de clientes. Otro gran banco digital que ha anunciado planes para España es el alemán N26, otra fintech que se lanzó hace tres años y tiene una valoración actual de u$s 2.700 millones. Su objetivo es captar 100.000 clientes en España.

El sector fintech británico se ha convertido en uno de los motores de crecimiento de la economía en Reino Unido, en un momento de gran incertidumbre por culpa del Brexit. En 2018, los nuevos bancos y otros proyectos relacionados con el mundo financiero levantaron u$s 3.900 millones, un 56% más que el año anterior.

El mercado británico canaliza ya más de la mitad de todas las inversiones europeas en el sector fintech, por delante de Alemania y a larga distancia de España (28 millones de dólares en 2018).

El impulso de este sector en Reino Unido no es casual y en parte se debe a los esfuerzos de las autoridades bancarias por fomentar la competencia tras la crisis de 2007, que estuvo a punto de acabar con varios bancos y obligó la nacionalización de RBS y Lloys, entre otros.

"El papel de Londres como capital de Europa es indiscutible", explica Richard Lumb, jefe de servicios financieros de Accenture. "La nueva regulación e iniciativas como el Open Banking han creado nuevas oportunidades en esta ciudad", añade.

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