Mientras Chile debate una jornada laboral menos extensa y hasta el presidente Sebastián Piñera propone un esquema de cuatro días a la semana, la filial japonesa de Microsoft experimentó una semana laboral de cuatro días en un país conocido por el exceso de trabajo.

Los resultados fueron bastante convincentes: la compañía aseguró que las ventas por empleado aumentaron 40% en comparación con el mismo mes del año pasado.

Durante el "verano del reto de la conciliación laboral y personal 2019", los empleados de tiempo completo se tomaron cinco viernes pagados consecutivos en agosto, además de acortar las reuniones a un máximo de 30 minutos y fomentar las conversaciones por Internet en lugar de reuniones presenciales.

Entre los trabajadores que respondieron a una encuesta sobre el programa, el 92% dijo estar satisfecho con la semana de cuatro días, según la filial japonesa del fabricante de software en un informe en su sitio web el 31 de octubre.

Japón está teniendo dificultades para reducir sus horarios laborales, entre los más largos del mundo, ya que se enfrenta a una escasez de mano de obra y al rápido envejecimiento de la población. La iniciativa del primer ministro, Shinzo Abe, de impulsar la flexibilización en el trabajo y la reducción de horas extra ha recibido críticas opuestas.

La prueba del verano también redujo los costos en Microsoft Japan, con 23% menos de electricidad consumida y 59% menos de páginas impresas en comparación con agosto de 2018, según el informe. Algunos gerentes de Microsoft Japan no entendían los cambios en los estilos de trabajo y algunos empleados expresaron su preocupación de que unas semanas de trabajo más cortas molestaran a los clientes.

Microsoft Japan planea realizar otro desafío laboral en el invierno. Los empleados no recibirán días libres remunerados especiales, pero se los alentará a tomarse un tiempo libre por iniciativa propia "de una manera más flexible e inteligente".

¿Es posible en Argentina jornada laboral "a la chilena"?

Según datos del informe de Randstad Workmonitor de 2018, siete de cada 10 argentinos trabajan bajo un esquema tradicional en el que todos los empleados concurren a la oficina en los horarios regulares.

En términos comparativos, el estudio destaca que el país está entre las naciones que aún sostienen formatos de trabajo "rígidos". Hasta el año pasado, sólo el 34% podía realizar sus tareas en el lugar y momento deseado.

Además, según la investigación, ocho de cada 10 considera que si les permitiesen un formato más flexible mejorarían la creatividad, la productividad y el nivel de satisfacción con el trabajo.

La promesa de reforma laboral (congelada en este año de elecciones) propone un replanteo del esquema tradicional, bajo la consigna de que un sistema aggiornado a los tiempos que corren facilita la integración de las personas al mercado formal.

Sin embargo, en un contexto de recesión y con una tasa de desocupación que ronda el 9%, según INDEC, los especialistas creen que no es el mejor momento para tratar algunas cuestiones.

"La heterogeneidad del mercado laboral argentino también aparece como una traba para implementar estas políticas", considera Matías Ghidini, gerente general de la consultora de recursos humanos GhidiniRodil.

"Existen industrias más dinámicas y otras más conservadoras, en las que no está instalada la definición de trabajo por objetivos", completa. Entre las más innovadoras aparecen, justamente, aquellas en las que la alta demanda y rotación de talentos las obliga, para retenerlos, a ser más flexibles: tecnología, software, sistemas, y perfiles vinculados con Internet e ecommerce, entre otros.

Las normativas vigentes en el país quedaron desactualizadas frente a los requerimientos que demandan los nuevos perfiles. No sorprende que en naciones en crisis, como Argentina, los resultados sean distintos a los de países desarrollados, en los que ya se contemplan este aggiornamiento.

Alexandra Manera, directora de Recursos Humanos de Argentina & Uruguay de Adecco, remarca a iProUP: "El gremio se mete mucho. Hay sectores en los que se hace más fácil avanzar en sistemas flexibles". Considera que un modelo de jornada reducida debe ser aplicado según tipo de industria y categoría.

Juan Pablo Peries, gerente de Inhouse Services de Randstad, considera que avanzar en un sistema flexible implica ventajas para las dos partes: "Los trabajadores buscan pasar más tiempo desarrollando otras actividades, a la vez que las empresas necesitan más productividad. Y está comprobado que después de determinados horarios, la eficiencia cae", expresa.

"Hay que ver cómo los sindicatos encaran estos temas, ya que cada vez son más conscientes de que hay cuestiones que deben ser revisadas, como dar más flexibilidad sin desproteger a los empleados. Los gremios podrían convertirse en uno de los impulsores de cambio", concluye el especialista.

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