¿Te preguntaste alguna vez por qué un mismo esquema de trabajo, con idénticas estructuras y composiciones similares, puede generar resultados diferentes?

Una posible respuesta es esta: la cultura de una organización influye directamente en sus equipos e impacta en los resultados finales de sus tareas.

Esto sucede porque las creencias y sistemas sociales que conviven dentro de una empresa impactan en los modos de ser y de hacer.

Por ejemplo, los líderes pasivos, extremadamente formales y reservados, imprimen en sus equipos formatos de acción rígidos o dependientes; mientras que las dinámicas de trabajo con mayor apertura y flexibilidad facilitan una mayor disposición a la experimentación y asumen más fácilmente los desafíos.

Un equipo de alto rendimiento es, sobre todas las cosas, un grupo de personas:

Espíritu colaborativo

Pero esto no se logra como una simple evolución espontánea, sino que es el fruto de un plan de trabajo donde todos tienen la posibilidad de aportar su diferencial.

El famoso y tan mencionado espíritu colaborativo no se consigue con estrategias o tácticas pragmáticas, sino que es el fruto de un trabajo constante, que incluye introspección y revisión conjunta.

Es importante tener en cuenta que la curiosidad y el propósito potencian el espíritu emprendedor de las personas, habilitándolas a resolver problemas desde su punto de vista.

En definitiva, darle espacio a la gestión de las emociones y crear entornos colaborativos que fomenten la salud mental es la clave para sentar las bases de un equipo de alto rendimiento.

Antes, el foco de los colaboradores estaba en "hacer carrera", buscar crecimiento profesional a lo largo de los años, hoy está en conectar sus propósitos con el de la compañía y que el crecimiento laboral vaya de la mano de un estilo de vida deseado.

Estilo de vida

El sentido de pertenencia y la construcción de un futuro juntos tiene más que ver con los valores que únicamente con el desarrollo profesional o económico.

Reconocer las tendencias es el primer paso y para eso puede ser muy útil revisar estas nociones: La capacidad de comprender el entorno y abrir nuevos espacios de colaboración, también es vital.

Así como estar atentos a la ansiedad en las personas y generar la capacidad de empatizar, trabajando y caminando juntos.

Por último, entender que los procesos no son lineales y que la evolución implica una revisión conjunta permanente.

Las culturas organizaciones abiertas se basan en la franqueza, la disposición hacia el cambio y los nuevos desafíos.

Por eso hoy queremos que la pregunta que te hagas sea la siguiente: ¿tiene hoy tu dinámica de trabajo las características necesarias para lograr un equipo de alto rendimiento?

*Por Diego Slobodianinck, Socio fundador de Aqnitio

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