A menudo se lee que las startups exitosas consisten son aquellas que ganan millones de dólares de financiación. Al mismo tiempo, estudios afirman que 9 de cada 10 fracasan en sus primeros cuatro años de vida. Esta paradoja es el resultado de situar el foco en captar financiación y no en hacer que un negocio sea rentable. 

La captación de fondos no significa nada si la plata acaba en un "bolsillo roto", solo contribuye a inflar una burbuja cada vez más susceptible de pincharse. Este efecto es generalmente el resultado de las ideas revolucionarias, las que nacen con la premisa de que "no hay nada igual en el mercado".

Si no existe nada similar es probable que sea porque es muy complejo sostener el modelo, el mercado no está preparado o porque son ideas incapaces de monetizar. Esto hace muchos emprendedores tengan la falsa creencia de que el éxito solo reside en captar fondos. 

Sin duda, hay ideas disruptivas e innovadoras que merecen todo el crédito del mercado. Pero para emprender con éxito se necesita labrarse un hueco donde uno sea único, innovador y dar al cliente lo que exige. 

El Financial Times afirma que únicamente el 1% de las compañías logra satisfacer las expectativas de sus clientes y que casi 9 de cada 10 usuarios estarían dispuestos a abonar más por un producto o servicio a cambio de una mejor experiencia. Estos datos muestran que al cliente no se le da lo que pide, a pesar de que esté dispuesto a pagar más por ello.

Para emprender es hora de olvidar este efecto, de desenamorarse de ideas aparentemente revolucionarias que se cimentan sobre castillos de naipes y escuchar al cliente para darle lo que pide: ahí reside el éxito verdadero del emprendimiento.

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