Las organizaciones entran en 2026 con un fuerte avance a la velocidad de la inteligencia artificial (IA) y preparadas para el impacto de la computación cuántica , en un entorno donde buscar estabilidad resulta ilusorio.
Según un informe elaborado por el IBM Institute for Business Value, en vez de aferrarse a modelos estáticos, los líderes empresariales con visión se concentran en detectar las grietas de mercado donde aparecen oportunidades fugaces.
Informes recientes de consultoras globales en tecnología, negocios e innovación coinciden en que la próxima ola de crecimiento vendrá de quienes aprendan a moverse cómodos en la incertidumbre.
Las compañías que combinan datos, IA generativa y ecosistemas colaborativos estarán mejor posicionadas para capturar nuevas fuentes de valor.
La capacidad de experimentar rápido, fallar barato y escalar lo que funciona será clave para ganar ventaja competitiva.
Sobre esta base se consolidan cinco tendencias para 2026 que redefinirán cómo se toman decisiones, se lideran equipos y se construye confianza con los clientes.
La primera tendencia es que la incertidumbre pasará de ser un riesgo a convertirse en el activo principal de las organizaciones que sepan leerla.
Estudios de adopción de agentes de IA muestran que los ejecutivos que aprovechan estas herramientas para una toma de decisiones mejor y más rápida son más del doble de propensos a ver oportunidades en la volatilidad.
La clave está en usar la IA para simular escenarios, anticipar cambios de demanda, ajustar precios y reasignar recursos en tiempo real.
En lugar de pronósticos perfectos, las empresas de alto rendimiento trabajan con probabilidades, señales débiles y datos en streaming.
Al hacerlo, transformarán la incertidumbre en una suerte de radar estratégico que indica dónde moverse antes que la competencia.
En 2026, la ventaja estará del lado de quienes construyen confianza algorítmica y combinan criterio humano con modelos avanzados.
La segunda gran tendencia será que los empleados pedirán más IA, no menos, siempre que vean beneficios claros en su día a día.
Encuestas globales muestran que 61% de los trabajadores asegura que la IA hace su trabajo menos rutinario y más estratégico.
Lejos de la narrativa del reemplazo, crece la expectativa por herramientas que automatizan tareas administrativas, generación de informes, búsquedas de información y primeras versiones de documentos.
Al menos el doble de empleados, en todos los grupos etarios, declara que aceptaría un mayor uso de IA por parte de sus compañeros en 2026, frente a quienes se opondrían.
El desafío para las organizaciones será diseñar programas de adopción responsable, con formación, transparencia y métricas de impacto en productividad y bienestar.
Las compañías que integran la IA al flujo de trabajo, y no solo como un "extra", atraerán y retendrán mejor talento.
La tercera tendencia apunta a los clientes, que empezarán a exigir responsabilidad y explicabilidad a la IA que usan las marcas.
Los consumidores se sienten más cómodos cuando reciben explicaciones claras sobre cómo la IA utiliza sus datos personales, cuándo pueden eliminar información y qué beneficios concretos les dará cada aplicación en su experiencia de usuario.
La transparencia sobre modelos, propósitos y límites dejarán de ser un diferencial para convertirse en requisito mínimo de confianza.
Además, los usuarios valoran la posibilidad de optar por el uso de IA, en lugar de tener que excluirse manualmente de sistemas automatizados.
Las empresas que incorporan paneles de privacidad simples, controles de consentimiento y lenguaje comprensible en sus políticas de datos estarán mejor posicionadas para fidelizar a sus audiencias.
En 2026, la lealtad de marca será cada vez más atada a la ética de la IA y la protección de la privacidad.
La cuarta tendencia se vincula con la resiliencia global de la IA y la necesidad de construir una red de seguridad local para los datos.
La continuidad del negocio dependerá de la capacidad de las empresas para operar en Múltiples nubes, regiones y marcos regulatorios, sin perder control sobre su información crítica.
De cara a 2026, el 93% de los ejecutivos consultados afirma que debe integrar la soberanía de la IA en su estrategia empresarial, considerando dónde se almacenan, procesan y entrenan los modelos con datos sensibles.
Esto incluye respetar las normativas de datos locales, evitar dependencias excesivas de un solo proveedor y diseñar arquitecturas híbridas.
La combinación de centros de datos regionales, cifrado avanzado y políticas de gobernanza claras fortalecerá la capacidad de respuesta ante incidentes.
De este modo, la resiliencia será técnica, y también regulatoria y reputacional.
La quinta tendencia clave será la carrera hacia la cuántica, que exigirá ventaja en números y colaboración entre sectores.
Un número creciente de empresas se prepara para la computación cuántica, aunque su madurez plena llegue más adelante.
Los estudios muestran que las organizaciones preparadas para la cuántica son tres veces más propensas a pertenecer a múltiples ecosistemas que aquellas menos avanzadas.
Esto incluye alianzas con proveedores de nube, centros de investigación, startups deep tech y consorcios industriales que experimentan con algoritmos cuánticos para optimización, criptoanálisis y modelado avanzado.
Sumarse temprano a estos ecosistemas permite acceder a conocimientos, talento y pruebas piloto sin tener que construir toda la capacidad internamente.
Para 2026, la preparación cuántica se convertirá en un indicador de madurez tecnológica de largo plazo, aun cuando el uso masivo todavía esté en fase inicial.
En este contexto, aprovechar las oportunidades fugaces con confianza implicará combinar estas cinco tendencias en una misma hoja de ruta.
Los líderes deberán invertir en IA generativa como motor de decisiones ágiles, pero con gobernanza de datos sólida y criterios éticos claros hacia empleados y clientes.
Las compañías más competitivas serán las que logren alinear su estrategia de talento con la expansión de herramientas de IA, diseñando roles, incentivos y métricas adaptadas a un trabajo incrementado por algoritmos.
Al mismo tiempo, tendrán que construir una infraestructura preparada para la soberanía de datos y el salto cuántico, tejida dentro de ecosistemas amplios y colaborativos.
La confianza ya no se basará en la promesa de estabilidad, sino en la capacidad demostrada de navegar el cambio constante.
En 2026, la ventaja será de quienes convertirán la disrupción en una disciplina y no solo en una amenaza ocasional.