El Índice de Confianza del Consumidor (ICC) volvió a avanzar con fuerza y el comportamiento del consumo vuelve a ganar protagonismo en el termómetro económico. En un mes atravesado por el cambio de clima social tras las elecciones de medio término y un reacomodamiento visible en el mercado financiero.
Lo concreto es que pegó un salto mensual de 8,8%, cifra que no se veía desde octubre de 2024 y que consolida un rebote iniciado el mes previo.
En apenas dos meses, el indicador acumuló 15,65%, según el relevamiento del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la Universidad Torcuato Di Tella, realizado entre el 1 y el 13 de noviembre.
Un rebote que se apoya en el consumo cotidiano
Detrás de la mejora hay un dato central: la población evalúa mejor su situación actual. El subíndice de "Condiciones Presentes" subió 8,2%, quedando 9,5% por encima del nivel de octubre de 2024.
"Esto no sólo implica un alivio en la percepción económica cotidiana, también muestra que la recomposición parcial del poder adquisitivo (producto de una inflación que cedió y de ingresos que encontraron cierto respiro) impacta primero en el gasto diario", explica a iProUP Gabriel Meloni, especialista en consumo.
Las "Expectativas Futuras" también avanzaron, con un aumento de 9,2% mensual, aunque todavía se ubican 2% debajo de lo registrado un año atrás. El consumidor siente un presente algo más ordenado, pero todavía mira el futuro con prudencia: un comportamiento típico en períodos donde la estabilidad nominal empieza a afirmarse, pero el mercado laboral y el crédito no terminan de acompañar.
Quiénes consumen más, quiénes consumen menos
El análisis por nivel de ingresos muestra otra arista importante. Los hogares de menores ingresos registraron una suba de 12,4%, muy por encima del 5,9% observado en los segmentos altos.
La explicación es casi directa: una inflación que ronda el 2% golpea menos a quienes destinan la mayor parte de sus ingresos a bienes básicos, mientras que quienes se benefician de la baja del tipo de cambio avanzan con más cautela.
La recuperación también exhibe diferencias regionales. El Gran Buenos Aires marcó el mayor salto (+12,3%), seguido por el Interior (7,4%), que volvió a superar los 51 puntos, impulsado por la actividad minera, energética y la mejora en economías regionales. En contraste, la Ciudad de Buenos Aires fue la única zona que mostró un retroceso, con una baja del 1% hasta los 39,9 puntos.
Bienes durables: ¿despierta un segmento que estuvo paralizado?
Uno de los movimientos más llamativos se vio en el rubro de bienes durables e inmuebles, que subió 10,4% en noviembre.
Aunque el sector venía de valores históricamente bajos, los consumidores empiezan a mostrar nuevamente intención de compra. Para Gabriel Meloni, "no se trata de una recuperación plena, pero sí de un reacomodamiento relevante tras meses de demanda frenada".
Para el experto, si bien el crédito sigue limitado, "se nota un interés mayor por aprovechar precios más estables y promociones agresivas".
El balance Milei: altibajos, pero con tendencia de fondo
Si se mira el recorrido completo de los primeros 23 meses del Gobierno de Mileo, el ICC acumuló un incremento de 15,6%. El punto más alto llegó en enero de 2025, seguido por una fuerte caída y una recuperación posterior. Hoy el índice se ubica apenas 2,83% por debajo de aquel pico y 2,28% por encima de noviembre de 2024.
La composición interna del indicador muestra matices: la percepción sobre la situación personal creció 12,6%, mientras que la opinión sobre la economía general cayó 7,6%.
A la vez, las expectativas de compra de durables treparon 101%, aunque partiendo de niveles muy deprimidos. Todo sugiere que la población siente mejoras en su vida cotidiana antes que en la macroeconomía, pese a avances visibles en inflación, superávit fiscal, apertura comercial y retenciones.
Un consumo que vuelve, pero con equilibrio frágil
Los datos revelan un consumidor más activo, pero todavía condicionado por la volatilidad del mercado cambiario, el empleo y la disponibilidad de crédito.
El rebote existe y se sostiene en la combinación de precios más predecibles, ingresos en recuperación y un clima social que dejó atrás las tensiones preelectorales. Sin embargo, la pregunta clave no es si el consumo mejoró, sino si este impulso podrá consolidarse en los próximos meses.
La confianza parece encaminarse a cerrar el año en un nivel más sólido, pero la estabilidad de ese movimiento dependerá de que las condiciones macro sigan acompañando. Por ahora, el bolsillo volvió a respirar y empezó a moverse. Falta saber si ese paso se convertirá en una marcha sostenida.