El lunes, muchos nos levantamos con la misma sorpresa: apps bancarias que no funcionaban, transferencias bloqueadas, plataformas de pagos congeladas y hasta portales de Amazon fuera de servicio. ¿El motivo? AWS, la nube más grande del mundo, tuvo una caída global que dejó a todos frenados durante horas.​

Dependemos cada vez más de la nube, sobre todo en el mundo financiero. Agilidad, escalabilidad, seguridad. Los beneficios son muchísimos. Pero lo de ayer deja una pregunta incómoda: ¿qué pasa si ese proveedor falla? No importa si sos banco, fintech o usuario común: cuando el gigante tropezó, todos caímos con él.​

¿Por qué es un riesgo depender tanto de un solo proveedor? Por las siguientes razones:

¿Qué podemos hacer?

No se trata de desconfiar de la nube, sino de aprender a usarla mejor. Algunas ideas:

Lo que pasó con AWS es una gran llamada de atención. La nube llegó para quedarse, pero la confianza ciega nunca es buena consejera. Mejor diversificar, anticipar y estar listos para la próxima vez que la nube se ponga nublada.

*Diego Kupferberg es especialista en banca & Fintech de Taquion

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