En el fútbol, como en la economía, hay rachas en las que un equipo parece tocado por una varita mágica.
Son esos momentos en los que un tiro difícil pega en el palo y, en lugar de salir, se mete en el arco.
Durante meses, el equipo económico argentino pareció vivir esa racha, con medidas audaces que resultaban mejor de lo esperado.
Pero julio de 2025 fue el mes en que la racha se cortó. En una jugada arriesgada, producto del exceso de confianza, la pelota pegó en el palo y se fue afuera.
Este artículo es la crónica de ese momento: el fin de la suerte y el comienzo de una nueva etapa, más difícil y realista. Analiza cómo el triunfalismo llevó a un error de cálculo que desató una crisis financiera y obligó a tomar medidas drásticas.
La lección es clara: estabilizar Argentina es un maratón, no una carrera de cien metros. Los primeros logros son rápidos, pero el verdadero desafío requiere un cambio profundo de hábitos, no solo una buena racha.
Lo ocurrido en julio es un recordatorio fundamental: no hay que "agrandarse", porque la suerte, a veces acompaña, pero no es eterna.
De la Euforia al Freno: Crónica de un Exceso de Confianza
El segundo trimestre de 2025 fue el clímax de una serie de éxitos que convencieron al Gobierno de que su plan era infalible.
La inflación mostraba una clara desaceleración, logrando por primera vez en casi ocho años tres meses consecutivos por debajo de 2% (mayo, junio y julio).
La economía crecía a un ritmo robusto, con un PBI que se expandió un 5,8% interanual en el primer trimestre.
Pero el verdadero "gol de media cancha" que cimentó la sensación de invencibilidad fue la exitosa salida del cepo cambiario.
Un movimiento de altísimo riesgo que muchos vaticinaban terminaría en un desastre, se ejecutó con una calma asombrosa, estabilizando el dólar y eliminando la brecha.
Este logro, en particular, alimentó una autoconfianza que pronto se convertiría en arrogancia. El cénit de esta confianza llegó a principios de julio con la ya célebre frase del Ministro de Economía, Luis Caputo: "Si te parece que está barato, comprá, campeón".
Fue una chicana dirigida a quienes advertían sobre un posible atraso cambiario, una muestra de la seguridad que sentía el equipo económico.
Sin embargo, el mercado no lo tomó como una señal de fortaleza, sino como una provocación.
Envalentonado, el Gobierno avanzó con su siguiente jugada audaz: "limpiar" el balance del Banco Central de sus pasivos remunerados (las LeFi), trasladando una enorme masa de deuda en pesos al Tesoro.
Confiaban en que el mercado, contagiado por la racha ganadora, absorbería los nuevos títulos sin problemas.
Peroel mercado dijo "no". En una licitación clave, el Tesoro solo logró renovar el 61% de los vencimientos, inyectando de repente casi 4 billones de pesos en la economía sin un destino claro.
El tiro había pegado en el palo y se había ido afuera. La consecuencia fue inmediata: una corrida hacia el dólar. Esos pesos liberados se volcaron a la compra de divisas, y el tipo de cambio oficial se disparó un 13% en el mes, rozando el techo de la banda deflotación de $1.400.
La reacción tuvo que ser drástica y costosa. Para frenar la hemorragia, el Gobierno aplicó un torniquete monetario: una "súper tasa" de interés para "secar" la plaza depesos.
El BCRA volvió a intervenir activamente con pases pasivos después de casi un año sin usarlos, y el Tesoro tuvo que convalidar tasas de hasta el 65% en sus licitaciones de emergencia.
La medida funcionó y la corrida se detuvo, pero el costo para la economía real sería alto.
La Lección del Palo: Costos y Nuevos Desafíos
La intervención de emergencia evitó un colapso cambiario, pero la onda expansiva del error de cálculo se sintió en toda la economía.
La consecuencia más directa de la "súper tasa" fue la ralentización del crecimiento. Una política monetaria tan restrictiva, diseñada para quitar pesos de la calle, inevitablemente enfría la actividad económica, y las consultoras privadas ajustaron rápidamente sus proyecciones de PBI a la baja.
Para defender la estabilidad, se tuvo que sacrificar crecimiento. Paradójicamente, la inflación de julio fue de solo 1,9%, a pesar de la fuerte devaluación.
Esto no se debió a la fortaleza del plan, sino a la debilidad del consumo. Con la demanda interna deprimida, las empresas no tuvieron margen para remarcar precios por temor a una caída aún mayor en sus ventas.
La baja inflación, en este caso, fue un síntoma de recesión, no de salud económica. Finalmente, el episodio dejó una lección de humildad forzosa. La estabilización de Argentina es como el proceso de una persona que debe bajar de 120 kilos a 75 kilos. Los primeros 20 se pierden rápido, pero los últimos 25 requieren cambiar hábitos estructurales, disciplina y un esfuerzo sostenido.
La etapa de los "goles de mediacancha" y la suerte parece haber terminado. Ahora comienza la parte más ardua, la que no admite atajos ni se resuelve con pura confianza.
El mensaje de julio no es de desesperanza, sino de cautela. Es un recordatorio de que, habiendo resuelto problemas increíblemente difíciles, no se puede dar por sentado que el resto del camino será "de taquito".
La suerte acompaña, pero no define los partidos. Para llegar a ser un país razonable, se necesita menos chicana y más estrategia, menos triunfalismo y más conciencia de la enorme tarea que aún quedapor delante.
La pelota pegó en el palo y salió. Es el momento de reacomodar el equipo, ajustar la táctica y entender que el partido es largo y recién empieza.
*Por Sergio Candelo Co-founder, Snoop Consulting