El analista Fred Krueger planteó que un modelo económico fundamentado en bitcoin obligaría a los gobiernos a manejar presupuestos equilibrados, lo que permitiría consolidar estabilidad fiscal y, en consecuencia, múltiples beneficios generales en la economía global.

Según su análisis, una adopción más amplia de bitcoin restringiría el financiamiento de guerras, disminuiría gastos estatales ineficientes, limitaría la intervención gubernamental en la economía, controlaría la inflación y otorgaría mayor previsibilidad al sistema financiero.

Bitcoin como freno a déficits y gasto desmedido

La historia económica de EE.UU. demuestra cómo un sistema monetario sin restricciones conlleva riesgos, ya que cuando los gobiernos imprimen dinero libremente, el gasto público tiende a expandirse rápidamente, generando crecientes déficits fiscales y presiones inflacionarias inevitables.

Un caso ilustrativo fue la Guerra de Vietnam, desarrollada entre 1955 y 1975, cuando el país destinó enormes recursos a las operaciones militares, equivalentes a más de un billón de dólares ajustados a valores actuales.

En paralelo, la administración de Lyndon B. Johnson impulsó ambiciosos programas sociales, lo que agravó el gasto público y multiplicó las necesidades de financiamiento, profundizando la dependencia de déficits fiscales y comprometiendo la estabilidad económica.

Para costear ambos frentes sin recurrir a fuertes incrementos impositivos, el gobierno se apoyó en déficits fiscales crecientes, mientras la Reserva Federal amplió notablemente la oferta monetaria mediante la impresión de dinero en volúmenes cada vez mayores.

Este mecanismo fue posible porque, bajo el sistema de Bretton Woods, el dólar mantenía un respaldo parcial en oro, aunque existía flexibilidad suficiente para permitir la expansión monetaria sin quebrar inmediatamente la estructura financiera internacional.

Justamente, el principio de escasez que caracteriza a bitcoin busca evitar escenarios semejantes, ya que, a diferencia del dinero fíat, su suministro está limitado de manera estricta a un máximo de veintiún millones de unidades.

Esa restricción obligaría a los gobiernos a priorizar gastos, mantener equilibrios fiscales y reducir déficits, ofreciendo simultáneamente mayor previsibilidad y estabilidad a la economía frente a los excesos de sistemas monetarios tradicionales sin límites claros.

El potencial de Bitcoin frente a la deuda estadounidense

En 2025, la deuda bruta de Estados Unidos superó los 37 billones de dólares, un volumen equivalente a más del 120% del PIB, alcanzando niveles similares a la posguerra pero en un escenario relativamente estable.

En la última década el endeudamiento aumentó cerca de un billón de dólares cada cinco meses, evidenciando déficits fiscales constantes y un gasto gubernamental extraordinario, especialmente impulsado durante la pandemia de COVID-19.

Este ritmo de expansión refleja un modelo insostenible, que para analistas como Fred Krueger confirma los riesgos de sistemas monetarios flexibles y refuerza la necesidad de explorar alternativas como bitcoin para garantizar disciplina fiscal.

Michael Saylor, CEO de Strategy, coincide en este diagnóstico y plantea que Estados Unidos debería adquirir una fracción significativa de los BTC en circulación, buscando con ello blindar estabilidad financiera y enfrentar la pesada carga de deuda nacional.

La propuesta se apoya en la escasez programada de bitcoin, cuyo suministro máximo de 21 millones de unidades introduce un freno estructural a la emisión descontrolada, promoviendo un marco económico más responsable, estable y predecible.

Aunque un estándar basado en BTC requeriría profundas reformas y tiempo de adaptación, tanto Krueger como Saylor destacan que los beneficios potenciales superan ampliamente las limitaciones de la política monetaria actual centrada en endeudamiento creciente.

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