Ben Laidler, estratega de mercados globales de la plataforma eToro, indicó que la repentina suba de la demanda del oro se basa en el aumento de compras por parte de los bancos centrales del año pasado.

El oro, uno de los activos más antiguos y venerados del mundo, experimenta un momento de auge. Este año, el precio del oro subió con fuerza y se acerca a su máximo milenario de u$s2.070, tras un decepcionante 2022. Esta recuperación se vió impulsada por una trifecta perfecta de factores:

El oro se recupera en 2023

El estratega expresó en su informe: "Somos optimistas con respecto a los activos de larga duración, como el oro, pero la mayor oportunidad puede estar en una recuperación de la renta variable del oro y en el potencial de consolidación del sector". 

Además explicó que este resurgimiento del oro se basó en el aumento de las compras de los bancos centrales del año pasado, lo que compensó la débil demanda de joyería y tecnología, que representan el otro 45% del mercado, a medida que las economías mundiales se ralentizan. 

La demanda de inversión, que suele representar alrededor del 55% de toda la demanda, experimentó un repunte en marzo, con los ETF de oro, como el GLD, de u$s60.000 millones.

De esta forma registró sus primeras entradas en diez meses.

Ben Laidler, estratega de mercados globales de eToro

Asimismo, indicó que el precio físico del oro también benefició a la renta variable del oro, dado su apalancamiento en la renta variable.

La consolidación del sector también podría impulsar aún más la renta variable del oro, con Newmont que hace fuerza por Newcrest para crear la mayor minera de oro del mundo. 

El sector del oro es el menos consolidado de todos los grandes metales, con las 10 mayores mineras de oro, representa solo 28% de la producción total.

Para finalizar, Laidler añadió que el reciente repunte del oro también centró la atención en su par más volátil, la plata.

El oro experimenta un momento de auge

La relación oro/plata a largo plazo muestra un claro valor, pero la plata también está más expuesta a la ralentización de la economía mundial por su elevada demanda en el mundo real (75%) frente a la inversión (25%).

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