Hace una semana se celebró en Barcelona una conferencia de Ethereum, plagada de los que se denominan "tecnohippies" y en la que, a pesar de la caída de las criptomonedas, el ambiente fue de normalidad.

Estas conferencias son encuentros que organizan comunidades locales para compartir qué se hace en la región alrededor de esta criptomoneda: hay mucha charla, taller y contactos. 

El objetivo inicial era explicar para qué servía y cómo funcionaba lo que se vendía: había un sistema de votación, una red social que pretendía que muchas horas de Spotify permitiera recibir merchandising de regalo de un cantante o una mochila de datos para el metaverso.

Uno de los más curiosos fue SuperFluid, que permite fraccionar los pagos por segundo de uso: "¿Por qué esperar a cobrar a fin de mes y darle crédito a tu empleador si en su lugar puedes ir cobrando por cada segundo trabajado?", aseveró Francesco Renzi, fundador de la startup. "Salarios en streaming", lo llamó.

Aunque podría servir también para pagar el alquiler o una suscripción. 

Imagen de una conferencia de Ethereum Barcelona

El misterio de (no) entender los proyectos cripto

La impresión general es que los conferenciantes y participantes trabajan en proyectos nacientes, llenos de promesas, pero faltos de concreción o adopción masivas.

Nadie debe venir aquí a criticar sus actividades porque son los primeros en admitir los retos de hacer entender al público general lo que hacen: "A mí me siguen llamando estafadora. ¿Alguien puede explicarme cómo superarlo?", remarcó una conferenciante.

Se publican a diario artículos explicativos de los NFT, los DAO y Web3, pero el esfuerzo es medio en vano.

La dificultad de entender la utilidad final de estos proyectos, junto a la volatibilidad de las criptomonedas y a la aparente falta de una próxima adopción masiva de usuarios hacen difícil su explosión.

 

Hace unos días se viralizó un vídeo de Marc Andreessen, uno de los mayores inversores de capital de riesgo de Silicon Valley y creador de Netscape. En un podcast le preguntaron que pusiera ejemplos de usos útiles de web3 en el mundo del audio. 

Después de unos minutos y tres preguntas sin responder claramente, aseveró algo como: "es inyectar economía. Es inyectar, a un nivel muy fundamental, dinero salido de internet, economía nacida en internet e incentivos en un sistema que simplemente no ha tenido eso".

Es algo incomprensible, son esas frases que hacen sospechar que todo este edificio está montado sobre una estructura que incluso quienes invierten millones de dólares están esperando que alguien les explique para qué sirve realmente.

En la feria de Ethereum Barcelona también se percibía esa impresión. En un panel de cómo web3 "salvará el mundo", todos los proyectos tenían una pata de NFT o blockchain, pero no era nada troncal para el éxito del negocio.

En una industria donde lo que el consumidor realmente quiere es el mantra, es raro ver a docenas de ingenieros imaginar aplicaciones confusas.

 

Llevar los proyectos blockchain a los consumidores

El esfuerzo para explicar las ventajas de algo que ni siquiera se entiende para qué sirve es imposible. Diego Mazo, un conferenciante que dio una charla llamada "Cómo crear productos Defi en LATAM para maximizar su adopción" fue el primero que admitía el reto de llevar su producto de "finanzas descentralizadas" o "Defi" a los consumidores.

En una de sus diapositivas distinguía entre los innovadores, a los que llamaba "maestros de los money legos", de "mi padre, mi tía". Entre ambos mundos, había un abismo.

Hubo varias presentaciones de DAOs [Organizaciones Autónomas Descentralizadas], clubes que permiten invertir, colaborar y votar en las decisiones de un proyecto: una especie de asociación tecnológica con distintas finalidades.

Alona Shevchenko, fundadora de UkraineDAO, empezó su charla con la pregunta a la audiencia: ¿Saben qué es un DAO? Primero nadie respondió. Luego alguien gritó: "¡Caooos!" Se refería a la dificultad de gestionar grupos tan numerosos donde haya mucha gente con intención de opinar. Es como un grupo de WhatsApp a lo grande. "Es verdad que no es muy descentralizado, ni autónomo y no muy organizado, pero lo intentamos", admitió Shevchenko.

UkraineDAO nació como un grupo de Telegram que vendió un NFT de la bandera de Ucrania por casi 7 millones de dólares, una de las 10 mayores ventas en su momento.
 
La venta era un modo de ayudar al país en su defensa contra Rusia. Podría haber recibido el dinero por otra vía pero quizá la venta de un NFT lo agilizó. Shevchenko usó una cita de la antropóloga Margaret Mead sobre cómo un pequeño grupo de gente comprometida puede cambiar el mundo. Este tipo de lemas baratos y reconfortantes suelen oírse en estas conferencias.

En la presentación de otro DAO pusieron el discurso de Charles Chaplin en "El gran dictador" como metáfora de su lucha contra un presunto fascismo de la vida actual. Otro conferenciante mezclaba la esclavitud de la deuda con la que carga la gente, las revelaciones de Snowden y un presunto proyecto para atontar a los niños de la educación pública desde los años 70. 

Estas críticas procedentes de un grupo de gente a quienes les cuesta explicar qué hacen y para qué es, al menos, atrevida, según opina Jordi Pérez Colomé en un artículo del sitio elpais.com.

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