Dinamarca es uno de los países que incursiona en la huella de carbono. Su plan es que para el año 2030, la industria área sea neutra en carbono.

Para lograrlo, Mette Frederiksen, primera ministra de Dinamarca, habló del cambio climático en su discurso de Año Nuevo.

La máxima autoridad avisó la introducción de un impuesto al carbono, una idea que ya había esbozado a la Unión Europea. "Tenemos que ser capaces de que nuestros vuelos domésticos sean completamente ecológicos", mencionó.

"Colectivamente, debemos ser tan impacientes como el planeta necesita que lo seamos. El aumento de las temperaturas lo está destruyendo", resaltó.

Y anunció que este año decidiremos sobre un nuevo y ambicioso impuesto sobre el CO2 para asegurar que las empresas que contaminan paguen por sí mismas sus emisiones.

"Esto también aplica al tráfico aéreo. Viajar es vivir, y por eso volamos, pero al mismo tiempo es perjudicial para nuestro clima. [...] Tenemos que hacer ecológico volar", enfatizó la primera ministra.

La idea de Frederiksen es que para 2025 haya al menos una ruta nacional neutra en emisiones, y para 2030 todos los vuelos nacionales sean "completamente ecológicos" en este sentido.

Dinamarca trabaja por una industria más ecológica

La visión China

Otro de los países que trabaja sobre la huella de carborno es China. El gigante asiático es el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo y también el mayor inversor en nuevas energías. Pekín ha prometido ser neutro en carbono para 2060.

El sistema pone precio a las emisiones de carbono. Así, permite que las autoridades provinciales fijen por primera vez cuotas para las centrales térmicas y que las empresas compren derechos de contaminación a otras con menor huella de carbono.

En su primera fase, sin embargo, el sistema solo abarca el sector eléctrico: implica a 2.225 productores de todo el país, responsables de 30% de las emisiones totales de China.

Las fábricas de cemento y algunos productores de aluminio podrían añadirse a la lista el año que viene, indica la agencia AFP.

En la práctica, las autoridades expiden un certificado por cada tonelada de dióxido de carbono (u otros gases de efecto invernadero) que una empresa está autorizada a emitir. Si no cumple, deberá pagar multas.

"Las empresas pueden reducir sus emisiones o pagar por contaminar. Pero esto se encarecerá con el tiempo, ya que los gobiernos concederán menos permisos de contaminación", señala Zhang Jianyu, vicepresidente para China del grupo medioambiental estadounidense Environmental Defense Fund.

En búsqueda de transparencia, las empresas tendrán que hacer públicos sus datos de contaminación y hacerlos verificar por terceros.

Los controles sorpresa del Ministerio de Medio Ambiente el mes pasado ya revelaron que una de cada tres empresas emitía más CO2 del que declaraba.

China se preocupa por una industria menos contaminante

Para algunos analistas, las multas por incumplimiento no son lo suficientemente disuasorias.

Además los permisos de contaminación se distribuyen gratuitamente en lugar de subastarse. El resultado es que hay menos incentivos para que las empresas reduzcan sus emisiones rápidamente.

Mientras que se prevé que el precio del carbono sea muy bajo con el sistema chino (unos u$s6 por tonelada), frente a los u$s36 de la UE y los 17 de California del año pasado, según la agencia AFP.

Unas cantidades "no son suficientes para disuadir a las empresas de ser más ecológicas", afirma Li Shuo, de Greenpeace China.

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