La pandemia aceleró la adopción del comercio y pagos electrónicos, el teletrabajo, la educación remota y telemedicina, solo por nombrar algunas de las cosas que debieron transformarse rápidamente, incrementando la demanda de tecnología y servicios digitales.

Así, se viene hablando de los grandes ganadores y perdedores por la crisis sanitaria, y fueron las empresas del sector del conocimiento las que se ubicaron dentro del primer grupo. Desde Argencon dan cuenta de que esta rama de actividad alcanzó el récord histórico de exportaciones hacia fines de 2020, con una participación del 11,15% del total a nivel global.

Sin embargo, esa prosperidad no se vio reflejada en suelo argentino durante 2021: según un informe de la entidad, al que accedió iProUP, para junio 2021 esa cifra se ubicó en apenas 8,2%, lejos del pico de casi 10% de diciembre 2017 (u$s7.335 millones).

"Desde ese registro hubo diez trimestres consecutivos de caída, con una recuperación en el último trimestre, para llegar a un valor anual de u$s5.776 millones al 30 de junio", señala el estudio.

Aunque los números den cuenta de lo contrario, Argentina tiene todo para ganar: 

La situación actual genera molestia, desconcierto e incertidumbre, ya que es un sector que tiene todo para "comerse la cancha", pero se ve frenado en su avance por motivos ajenos a la propia industria, como la brecha cambiaria y la imposibilidad de retener talento, entre otros.

El plus argento

Según fuentes de la UNCTAD, los 20 países de mayor volumen de exportación concentran el 85% del total mundial, mientras que el segundo bloque, de 30 países, llega al 12,5%. 

Argentina se ubica en este segundo grupo y ocupa el puesto 39 del ranking, con un share de 0,249% del global, casi la mitad del 0,44% de 2020.

Sebastián Albrisi, presidente de la Cámara Argentina de Centros de Contactos (CACC), advierte a iProUP que son claros los motivos de la falta de competitividad local:

"Todo esto repercute en nuestras estructuras de costos, que se tornan comparativamente elevadas respecto a la de competidores de la región y que, pese a contar con estándares elevados de calidad, genera desventajas comparativas en cuanto a la competitividad", enfatiza.

En ese sentido, Pablo Sametband, VP de Ventas y Socio de Baufest, señala a iProUP que el cepo cambiario y las dificultades económicas conspiran contra el desarrollo de la industria, porque los exportadores están sujetos a un régimen que les demanda liquidar las divisas a un tipo de cambio mucho más bajo que el que necesitan para comprar insumos o pagar sueldos.

"En lugar de generar reglas de juego claras, transparentes y de largo plazo que favorezcan la inversión y formación de un mercado de exportación, debemos padecer un montón de regulaciones que nos dejan en situación de inferioridad", lamenta Sametband.

Y añade que si bien "están dadas todas las condiciones para que el país pueda dar un salto exportador en la economía del conocimiento, el marco regulatorio, lejos de incentivar el desarrollo de tales condiciones, atenta contra ellas".

En la misma línea, Jorge Daniel Nieves, director de Innovación de Vortex, indica a iProUP que Argentina tiene problemas históricos que debe resolver de manera urgente y no tiene políticas a largo plazo, lo que afecta a toda la industria en general.

La brecha del dólar perjudica los ingresos de las empresas exportadoras

En relación a la brecha cambiaria, agrega que "ningún empresario en su sano juicio quiere traer dólares para que se lo paguen $100 y cuando quiera volver a comprar le cuesten el doble. Hay una cuestión política que corregir, que no solo desalienta la exportación y el ingreso de divisas, sino que además reduce la generación de empleo".

Fuga de cerebros

A las dificultades de operar en un escenario de alta inestabilidad cambiaria, se suma la imposibilidad de las empresas argentinas para retener a los profesionales, que prefieren trabajar para firmas del exterior y cobrar en dólares.

En ese sentido, no solo existe una significativa fuga de cerebros, sino también de "empresas que ubican sus operaciones en países con mejores contextos normativos, cambiarios y tributarios, donde pueden percibir el valor pleno de sus exportaciones".

En el primer trimestre, el total de empleo ocupado alcanzó los 436.000 puestos. Si bien ese número no discrimina entre los trabajos en el mercado local o el externo, desde Argencon estiman que el empleo destinado a exportaciones ronda los 170.000.

Luis Galeazzi, director de Argencon, señala a iProUP que las "empresas reguladas tienen una economía que se organiza en torno al dólar oficial, mientras los empleados reciben ofertas al blue o son tentados a trabajar en negro para un cliente del exterior, en lugar de hacerlo en una firma argentina, en blanco, que paga impuestos, cargas previsionales e ingresa divisas al mercado oficial".

Así, para compañías locales no solo es más difícil competir en términos de salarios, sino que se crea un incentivo a la economía informal y al contrabando de "servicios de conocimiento"

"Argentina paga la escuela pública y carreras universitarias, las empresas incorporan profesionales e invierten en capacitarlos y, cuando llegan a un alto nivel de productividad reciben una oferta, renuncian y se van a trabajar para afuera, en negro", reclama Galeazzi.

Según el directivo, "toda la inversión que hicieron el Estado y las empresas para formar esa capacidad profesional la termina aprovechando una empresa del exterior que aquí no paga impuestos ni aporta nada a la economía del país. Cuanto más grande es la brecha cambiaria, mayor es el incentivo".

Galeazzi indica que las soluciones están a la vista pero de difícil implementación a corto plazo: economía previsible, tipo de cambio estable y tratamiento de exportaciones coherente para el sector.

Por el momento, para sortear esta situación, las compañías están desarrollando dentro de su propia estructura instancias de formación de nuevos talentos. Por su parte, grandes empresas y startups apuntan a tener operaciones globales que les permitan tener cierta estabilidad financiera, analiza el ejecutivo Argencon.

"Si tuviéramos 100.000 profesionales informáticos en la Argentina estarían todos empleados, con una media de salarios tres o cuatro veces el Salario Mínimo Vital y Móvil. Casi ninguna industria en el país genera ese nivel de ocupación, calidad de empleo y sueldos. Pero la realidad es que no solo no generamos todos esos perfiles, sino que hay demanda global". 

¿Una luz al final del túnel?

La demorada reglamentación de la Ley de Economía del Conocimiento y eliminación de los derechos de exportación, que regirá desde el 1 de enero de 2022, son una señal de esperanza.

En ese sentido, Albrisi destaca que impactarán en la estructura de costos y permitirá ser más competitivos internacionalmente, en tanto la ley prevé:

No obstante, advierte que no será suficiente si no se acompaña con reglas de juego claras y previsibles en lo económico, impositivo, inflacionario y cambiario. "Será necesario un trabajo muy importante en la formación y retención de talentos, para lo cual la articulación de acciones entre los sectores empresario, gobierno y académico es clave para la sustentabilidad", añade.

Galeazzi indica que la eliminación de los derechos de exportación para los servicios es una muy buena noticia, porque Argentina era "el único país del mundo que cometía ese desatino: no nos mejora, sólo nos iguala porque ningún gobierno esos aranceles. Mientras tanto, la brecha del tipo de cambio sigue siendo un tema muy serio".

El desdoblamiento cambiario hace que el talento prefiera trabajar para el exterior en lugar de firmas locales que pagan impuestos

Menos optimista, Nieves opina que la ley será un paliativo en algunas aspectos como las cargas sociales, pero no implicará un vuelco para las compañías del sector.

"La dinámica va a seguir siendo la misma. Nosotros deberíamos estar creciendo a un nivel de aceleración mucho mayor. El problema es multifactorial y hay que discutir en serio políticas de largo plazo con una visión estratégica", enfatiza

El ecosistema de Economía del Conocimiento tiene todo a su favor: innovación, talento local, empresas modelo y un contexto global favorable. Habrá que esperar cambios en el plano político y económico para que el sector pueda aprovechar la ola y crecer a la par del resto de los mercados del mundo.

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