Predomina la turbulencia entre las cadenas de electro. También, la baja de persianas y, en más de un caso, la posibilidad cierta de tener que apostar por el cambio de manos para poder seguir adelante en términos comerciales.

Como nunca desde que se consolidaron como las grandes jugadoras de la venta de electrónica del hogar, el sector atraviesa una pandemia que complicó aún más los números financieros por efecto de la menor demanda, la intensificación del endeudamiento y un cambio en los hábitos de consumo que pone en jaque la necesidad del local a la calle.

Según datos de Carrier y Asociados a los que accedió iProUP, la comercialización de productos como los celulares cayó prácticamente a la mitad en los últimos tres años: pasó de los 13,3 millones de unidades vendidas en 2017 a un 2020 que cerró con 6,7 millones.

En el mismo lapso, el ritmo de recambio se amplió de los 18 meses hasta llegar a los actuales 30. Algo similar ocurre con el resto de los dispositivos que, salvo excepciones muy puntuales –equipos de aire acondicionado en los meses de calor– evidencian un desplome en las ventas que se intensificó en el primer año de pandemia.

"Esa merma en la demanda, consecuencia de una situación económica delicada como la que atraviesa el bolsillo de la gente, agravó el difícil momento financiero que ya venían viviendo las grandes cadenas", afirma a iProUP Fabián Castillo, titular de FECOBA, la federación que integra al comercio y la industria.

El directivo añade que "muchas de ellas llegaron a la pandemia con mucha inversión por hacer para mejorar sus canales de venta online. Esa falta de respuesta tecnológica terminó por complicar a más de una compañía en cuanto arrancaron con los cierres sanitarios".

El avance del ecommerce por la pandemia dejó mal paradas a los retails que no estaban preparados

"La digitalización, además, abrió mucho el mercado. Con mucha informalidad, también. Eso les quitó volumen a las empresas grandes. Hay mayor competencia y costos más altos para esas mismas compañías. Llegar a este momento con deudas y sin un cambio en los canales de venta puede ser fatal", agrega.

Quienes siguen de cerca el día a día de las cadenas, mencionan a firmas como Ribeiro como una clara muestra de endeudamiento previo al coronavirus y derrumbe comercial a partir de las restricciones ante la proliferación de contagios. Según reportes de la actividad, la firma acumula una caída en sus niveles de comercialización del orden del 60% sólo en el último bienio.

La compañía, detallan a iProUP fuentes ligadas al Sindicato de Empleados de Comercio, intensificó su política de pago de salarios en cuotas que activó en 2019 y ahora busca un socio externo para capitalizarse. Mientras tanto, tira el achique: cerró al menos 60 tiendas en el último tiempo y pasó de 2.000 empleados a algo más de 600. 

En la Central De Deudores del Banco Central, la firma ya aparece en situación de "irrecuperable". En este contexto, sus dueños –familia Ribeiro– está buscando socios y en hasta se llegó a mencionar a un grupo vinculado a la actividad agroindustrial, pero nada de eso prosperó todavía.

"Cualquier compañía con dificultades pasa a estar en una situación dramática si opera en una economía restrictiva en lugar de expansiva", comenta a iProUP un experto clave del ecommerce en la Argentina.

La fuente, que exigió estricto off-the-record, remarca respecto del rojo que predomina en los números de Ribeiro: "Bajaron las ventas, la empresa tiene costos fijos altos por su tamaño y brotaron muchas empresas que comercializan online. Lo que ocurre es una consecuencia de la sumatoria de factores en contra".

Un problema de grandes

El tamaño, en un momento como el actual, signado por la menor afluencia de clientes a los locales, es un aspecto clave a la hora de entender por qué este escenario de crisis afecta tanto a los grandes del retail.

Gustavo Sambucetti, director institucional de la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE), indica a iProUP que el avance del ecommerce agarró en frío a más de una compañía y eso complicó la capacidad inmediata de atender a la demanda.

"Se sumaron 1,3 millones de nuevos compradores online. Y los que ya estaban, compraron más. Hubo un primer momento en que la demanda sobrepasó la capacidad técnica y la logística de todas las empresas. Algunas mejoraron rápidamente en ese sentido. Pero para entender lo que ocurre con las que redujeron su capacidad física hay que hacer una lectura tanto tecnológica como financiera y coyuntural", remarca.

Según el experto, "el cliente dejó de ir a la sucursal salvo para retirar un determinado producto. Y esto no en todos los casos, porque mejoró fuertemente la entrega a domicilio".

"El cambio generó un incremento en los jugadores digitales, por lo que la demanda comenzó a estar más peleada y redujo la importancia del local a la calle. Ese impacto profundizó el mal momento de las empresas que llegaron a la pandemia con complicaciones económicas previas", añade.

Esta expansión de la cantidad de players redundó en un reparto mayor de las ventas que pegó también de manera negativa en la caja de las cadenas de retail. Varias ya venían afectadas desde tiempos del macrismo.

Los argentinos compraron menos electrónica el año pasado por la incertidumbre de la pandemia

"Por supuesto que hay factores internos que pesan a la hora de interpretar qué está pasando. Pero hoy la tendencia ya está mostrando como efectiva la combinación entre la compra online y la sucursal física para la entrega. Las empresas que no acompañen ese movimiento estarán complicadas", anticipa.

Endeudada a niveles siderales y en plena etapa de cierre de locales, Garbarino es otro caso que representa la crisis de las grandes cadenas. A un paso de entrar en concurso de acreedores, la empresa atraviesa su peor momento financiero, con 3.251 cheques rechazados por un monto de $4.061 millones según registros del Banco Central. No sólo eso, sus empleados no cobran desde hace meses y muchos se reconvirtieron como trabajadores en apps de delivery o choferes de Uber.

Respecto de la situación de la compañía, voceros del retail revelan a iProUP que las complicaciones son producto, justamente, tanto del contexto macroeconómico nacional como del cambio de modelo de negocios que ganó velocidad durante la emergencia sanitaria.

"La situación de la compañía es compleja por el endeudamiento acumulado en los últimos años y luego el efecto de la pandemia, que complica a todas las empresas. El grupo que ingresó el año pasado jamás imaginó que la pandemia iba a durar tanto", declaran desde la empresa.

Fuentes consultadas por iProUP resaltan que a raíz de "las restricciones sanitarias, la venta en los locales cayó 60% en abril y 75% en mayo. No hay caja capaz de aguantar un derrumbe así. Esa es una de las causas detrás de la imposibilidad de afrontar el pago de los sueldos, por ejemplo".

"Este último aspecto derivó en la parálisis de las plantas ensambladoras del grupo en Río Grande, Tierra del Fuego. Y ahí se empezó a complicar todo a la mayor escala por la escasez de productos, sumado a la falta de nuevos inversores por el contexto del país", añaden.

En simultáneo a esto, desde la cadena reconocen que, dado el predominio del ecommerce, la apuesta es reconvertir los locales que aún siguen en pie: en el último tiempo, cerró 55 de un total de 200.

"Desde el año pasado, la idea es transformar buena parte al formato pick up. Es decir, sitios donde se retira la mercadería que el cliente compró antes de manera remota. Actualizarse a esta manera de operar resulta inevitable si lo que se piensa es seguir adelante con este negocio", sostienen los voceros.

Manda el comercio electrónico

Más allá de las vicisitudes que enfrenta el sector por efecto del contexto de consumo retraído e inconvenientes financieros de "arrastre", lo cierto es que el predominio del comercio electrónico en detrimento de la compra usual en locales es un comportamiento que llegó para quedarse.

"El ecommerce, a partir de lo sucedido durante el 2020, pasó de ser un concepto técnico o propio de quienes trabajan en marketing y ventas, a formar parte del día a día de todas las personas", advierte a iProUP Victoria Blasevic, brand & communications manager de Tiendanube.

Para la experta, de cara a lo que viene, los locales tradicionales continuarán con vida, aunque –claro– sin la relevancia comercial de la etapa anterior a la pandemia.

Reconversión, la clave: los expertos aseguran que el futuro será una combinación del comercio físico y el online

"Las tiendas físicas no van a dejar de existir. Todo lo contrario: convivirán y se complementarán para potenciar y tomar lo mejor de los dos mundos desde la perspectiva de satisfacer las necesidades de los consumidores actuales. Tener una tienda online hoy ya no es un lujo o recurso limitado para unos pocos", asegura.

Hacia adelante, resta conocer de qué forma las empresas lograrán sortear el mal momento para consolidarse, también, como grandes actores en el canal online. Que el modelo tradicional de proliferación de locales está terminado es algo que prácticamente ya no se discute. Que no se pueden extinguir los espacios físicos por cuestiones de entrega de mercadería y logística, es una máxima que se comparte.

Los aspectos sobre los que sí persisten dudas van más allá de la voluntad innovadora de las cadenas: la falta de capitales que inviertan en el país o se animen a financiar empresas argentinas, la inflación galopante y la pérdida permanente de poder adquisitivo de los consumidores.

Sobre esos tópicos manda la incertidumbre, que es lo suficientemente grande como para explicar la salida de compañías como Falabella que, aunque reorientó sus esquemas a la comercialización virtual –estrategia que le dio y le sigue dando enormes resultados en la región– no tuvo espalda financiera para resistir una recesión doméstica que, al menos hasta ahora, sigue sin mostrar un techo aparente.

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