A la hora de pensar en los desafíos importantes que actualmente tiene la tecnología blockchain, generalmente siempre se debate sobre tres aspectos cruciales: la escalabilidad, la interoperabilidad y la sustentabilidad. Pero ¿qué significa cada uno de estos aspectos?

La escalabilidad está estrictamente vinculada a la velocidad de procesamiento de las transacciones que ocurren dentro de una blockchain específica. Durante la última parte del 2017, cuando se produjo un pico en la demanda de activos digitales, las blockchains tanto de Bitcoin como de Ethereum sufrieron un alto nivel de congestión y fuertes cuellos de botella que hicieron la red extremadamente lenta, obligando a sus usuarios a pagar fees excesivos para acelerar la inclusión de sus transacciones dentro de los bloques minados.

En el caso particular de Bitcoin, el cuello de botella más notorio se produjo hacia fines del 2017 por un crecimiento exponencial en el nivel de la demanda. Por su parte, en Ethereum también se produjo un gran nivel de congestión por el alto nivel de la demanda combinado con el fenómeno del juego Cryptokitties, que hizo un uso intensivo de la blockchain de Ethereum. 

Lógicamente, una blockchain congestionada no es una situación deseada por parte de los usuarios ni de los desarrolladores. Si bien los mineros lógicamente perciben un fee (comisión) más alto por cada transacción ante este tipo de situaciones, la realidad es que, estratégicamente, una blockchain congestionada que no pueda procesar transacciones rápidamente no es una situación útil para ninguno de los actores del ecosistema. Si la red no funciona de forma rápida y eficiente, muchos usuarios buscan otras alternativas.

En este sentido, Bitcoin y Ethereum (los dos proyectos con mayor capitalización de mercado hasta el momento) hace mucho tiempo que vienen trabajando en distintas propuestas para solucionar el problema de la escalabilidad.

En el caso de Ethereum, Plasma y Sharding son dos soluciones que se vienen explorando hace tiempo para dotar a esta Blockchain de una capacidad de procesamiento de transacciones considerablemente superior.

En el caso puntual de Bitcoin, conceptos tales como Lightning Network, Schnorr Signatures y Lumino Protocol Network atacan directamente el problema de la escalabilidad mediante el uso de state channels (lightning network), drivechains (Lumino) y la reducción del tamaño que la signature data ocupa dentro de una transacción (SegWit).

Puntualmente, respecto a este último aspecto, la implementación de SegWit justamente logró liberar espacio en cada bloque minado dentro de la blockchain de Bitcoin (con un tope de 1 Mega), utilizando una sidechain para incluir la información de la signature data, reduciendo así los fees de los usuarios que utilizan billeteras digitales compatibles con esta implementación.

El debate de fondo y acalorado durante el 2017 por parte de la comunidad fue el de aumentar (o no) el tamaño del bloque en la blockchain de Bitcoin. La propuesta de aumentar al doble el tamaño del bloque fue finalmente desestimada (no hubo consenso), ya que comprometía directamente la sustentabilidad del mecanismo de gobierno del proyecto Bitcoin.

En las blockchains públicas y descentralizadas, el mecanismo de gobierno que las rige es el consenso entre sus participantes. El consenso se logra a través de lo que en teoría de juegos conocemos como un equilibrio de Nash, donde todos los actores intervinientes tienen incentivos económicos para cumplir con las reglas.

Cada vez que una parte de la comunidad quiere proponer algún cambio que modifique las reglas del juego, la propuesta se presenta en el caso de Bitcoin y Ethereum mediante una BIP (Bitcoin Improvement Proposal) y una EIP (Ethereum Improvement Proposal), respectivamente. La propuesta es puesta a consideración y la propia comunidad es la que decide si se avanza o no con la propuesta de cambio, en función de un nivel de consenso mínimo requerido.

Otras proposiciones de cambio radicales, tales como ampliar el tamaño del bloque, modificar el coinbase reward (tasa de inflación) o variar el protocolo (POW, POS, DPOS, etcétera), por citar algunos ejemplos, siempre generan un debate acalorado dentro de la comunidad y en muchos casos derivan en una bifurcación de la blockchain original, dando lugar a propuestas distintas que se rigen por software diferente (hard forks).

Pero, ¿por qué ampliar el tamaño del bloque opera directamente sobre la sustentabilidad de Bitcoin? Porque ampliar el tamaño del bloque equivale a hacer más costoso correr un full node reduciendo la posibilidad de que cualquier individuo con escasos recursos computacionales pueda colaborar en la economía del Bitcoin.

Los full nodes tienen como función principal validar los bloques presentados por los conglomerados de minería (así como sus transacciones). Basta con que un solo full node verifique que no se cumple con alguna de las reglas de consenso para que dicho bloque sea desestimado. 

Al incrementar el tamaño del bloque, se limita la posibilidad de tener la mayor cantidad posible de full nodes descentralizados a un costo relativamente bajo que velen por la economía del Bitcoin.

Por este motivo es que a lo largo de todo el 2017 hubo un acalorado y extenso debate en la comunidad sobre la posibilidad de incrementar o no el tamaño del bloque. Mientras algunos actores del ecosistema proponían ampliar el tamaño del bloque como solución viable para eliminar los cuellos de botella, la realidad es que –por lo expuesto previamente– detrás de la ampliación del tamaño del bloque había motivos mucho más de fondo que pretendían modificar la sustentabilidad del proyecto.

Respecto de modificar el coinbase reward dentro de cualquier blockchain, esto opera directamente sobre la tasa de inflación del activo digital. Justamente, a través del control del nivel de dificultad del algoritmo que rige cada blockchain en función del nivel de hash rate (poder de cómputo de los mineros) es que se controla la tasa de inflación y por ende el valor (ante una oferta final o anual finita).

En último término, modificar el protocolo utilizado para minar equivale a modificar el proceso a través del cual se verifican las transacciones. En un protocolo como POW, los mineros son los grandes conglomerados tenedores del hardware y poder de cómputo (hash rate), mientras que en un protocolo POS son los propios tenedores del token quienes contribuyen a realizar las verificaciones de las transacciones. Modificar el protocolo propuesto, lógicamente, genera posiciones antagónicas por distintas partes de la comunidad y son propuestas que también afectan el mecanismo de gobierno de una blockchain específica.

Finalmente, la interoperabilidad es un concepto vinculado a la capacidad de distintas blockchains de intercambiar información (y valor) de forma automática y bidireccionalmente. Este concepto, conocido en la jerga como atomic swaps, es otro aspecto importante de cara al futuro donde tanto blockchains privadas como públicas intercambiarán valor e información de forma automática. La interoperabilidad, más que una propuesta, parece una necesidad a futuro pensando en el creciente uso por parte de los gobiernos y el sector privado de la tecnología blockchain.

Nicolás Collebechi es economista, consultor y director de la Diplomatura en Criptoeconomía en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires. La diplomatura comienza su última edición 2018 a comienzos de Octubre.

 La modalidad es 100% a distancia (online) y consta de 12 clases semanales en tiempo real (de una hora y media cada una) donde los alumnos se conectan a un aula virtual. Todas las clases se graban y están a disposición de los alumnos junto con el material complementario. Finalizada la cursada y luego de la aprobación de un trabajo final integrador, los alumnos reciben un diploma por parte de la Universidad.

Para mayor información, se recomienda consultar directamente con Educación Ejecutiva al teléfono ( 5411) 2150-4843/4848 o vía email educacionejecutiva@itba.edu.ar .

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