El comprador de un automovil deja de pagar las cuotas pactadas con la financiera. De forma automática, el contrato emite una orden a través de Internet que bloquea el acceso al vehículo, de forma que ya no puede ser utilizado.

Los términos del acuerdo están inscritos en un registro inmodificable y los datos del impago proceden de una fuente fiable y segura. Así, no hace falta ir a juicio para que se ejecute lo pactado y los costos de tramitación son mínimos o nulos. Sistemas como este ya funcionan en Estados Unidos gracias a los contratos inteligentes o smart contracts, señala El País de España.

En ellos, el tradicional redactado del contrato es sustituido por un código informático de tipo condicional, en el que las partes programan diferentes resultados para una variedad de posibilidades.

Pero además, la identidad de las partes, las condiciones del pacto y las circunstancias del cumplimiento son acreditadas por una red de observadores imparciales. Esto es lo que se denomina registro distribuido y existen varias modalidades del mismo. La más conocida es la cadena bloques o blockchain.

Mediante esta tecnología, un conjunto de terceros ajenos al negocio actúa como fedatario de lo que hacen los demás, en unas condiciones que aseguran la identificación de las partes e impiden la modificación de lo pactado o alteración de lo sucedido. Una vez que la red valida un evento, le atribuye un identificador o hash inalterable. 

Una vez que el código en el que se refleja el contrato se incorporó al registro distribuido, solo cabe esperar la llegada de los datos que alimenten las variables establecidas, procedentes de unas fuentes fiables denominadas oráculos.

Si estas coinciden con el evento esperado, se genera el resultado previsto. De ambos hechos queda una constancia “irreversible y permanente” en el registro.

Pese al nombre con el que se los conoce, los juristas no se ponen de acuerdo sobre la naturaleza de estas operaciones. La tesis más extendida considera que no constituyen auténticos contratos, puesto que detrás de uno de estos documentos inteligentes siempre ha de haber un pacto convencional celebrado entre humanos. 

Sin embargo, no hay que olvidar que blockhain es básicamente un mecanismo probatorio de unos hechos pero que solo puede ser invocado, porque no emite certificados (algo que sí hacen otros registros de tipo centralizado, no distribuido, como Logalty). Y, precisamente, los certificados son el tipo de documentos que mejor entienden los jueces en caso de litigio. 

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