Las aplicaciones de delivery experimentaron un 2018 con sabor agridulce. El año arrancó con la masividad de estos servicios, que recibieron una rápida aceptación por parte de los usuarios. Pero termina con la creación de un sindicato que reclaman por la precarización laboral de los repartidores.Si bien PedidosYa había arrancado antes a ofrecer envíos a domicilio de comidas, el mercado explotó con la aparición de la colombiana Rappi y la española Glovo. Pronto, la ciudad de Buenos Aires se llenó de ciclistas y motociclistas portando cajas naranjas y amarillas, respectivamente.

La causa de este fenómeno tiene dos aristas. Por un lado, los usuarios ven como una gran ventaja la posibilidad de solicitar cualquier menú al restaurante de preferencia aunque no cuente con delivery. Por el otro, algunos locales gastronómicos –entre ellos, cadenas de hamburguesas y pizzería­s– prefirieron prescindir de sus empleados para tercerizar los envíos con la irrupción estas plataformas.Pero los beneficios, al parecer, no llegaron a los rappitenderos o glovers –nombre de fantasía para denominar a los repartidores–, quienes se agruparon y formaron la Asociación de Personal de Plataformas (APP), un gremio que busca la aplicación de derechos laborales a quienes transportan las entregas a los hogares.

De hecho, el nuevo sindicato ya recibió el aval del titular de la CGT, Hector Daer, y del titular de la CTA; Hugo Yasky. Los dirigentes se comprometieron a interceder ante el Gobierno para que la organización reciba el reconocimiento formal y pueda representar a más de 100.000 trabajadores.Los repartidores también recibieron un fuerte aval de la Justicia. Días atrás, el juez Roberto Gallardo hizo lugar a la medida cautelar solicitada por distintas empresas para que la Secretaría de Transporte porteña ordene regular a Rappi y Glovo como firmas de mensajería urbana y reparto domiciliario de sustancias alimenticias.

De este modo, las dos compañías deberán presentar la declaración y habilitación de los conductores y las identificaciones de los vehículos que utilizan. En tanto, los repartidores estarán obligados a llevar casco homologado, indumentaria con bandas reflectivas y apropiada para lluvias, cajas con sistema de aislación del calor y libreta sanitaria.No obstante, subyace un problema más de fondo: los rappitenderos y glovers son monotributistas y las tarifas son fijadas unilateralmente por las empresas. Trabajan a destajo y cobran de $10.000 mensuales en promedio.

Esto es objeto de cuestionamientos por parte de los sindicalistas, quienes además remarcan que no cuentan con cobertura de ART. Del otro lado del mostrador, argumentan que esto último es así porque no se desempeñan en relación de dependencia. 

Acusaciones cruzadas

"Lo único que les pedimos es que sean monotributistas", señala Lucas Asad, líder de Expansión de Rappi Argentina. Según el directivo, la empresa abona todos los impuestos y factura en el país.

Por otro lado, afirma que los repartidores son “trabajadores independientes”, que eligen cuándo y cuánto trabajar: entre una u ocho horas por día."La tecnología avanza más rápido que la legislación y por eso pedimos una normativa del siglo XXI", añade.

Pero, del lado de los trabajadores de plataformas, el reclamo es más estructural. Tanto es así que Daer ya recibió a los repartidores en la sede de Sanidad para buscar un convenio colectivo que les ofrezca más beneficios y un marco normativo más "tradicional".Asimismo, el nuevo gremio cuenta con el aval de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que también se reunió con los referentes del sindicato, que le manifestaron su quejas sobre la situación laboral.

Desde los gremios aseguran que la "economía colaborativa" no es más que un "fraude" a la Ley de Contrato de Trabajo y que esconde una relación de dependencia al valerse de empleados "independientes".En efecto, las plataformas remarcan que los repartidores pueden elegir su propio horario y ser sus propios jefes. Pero no gozan de días por enfermedad, presentismo, el trabajo por jornada nocturna ni horas extra.

Obviamente, lo que está en juego es la regulación de este mercado. Si bien desde Rappi piden una legislación más acorde con los tiempos que corren, lo cierto es que se trata de un tema que al hoy tenga una visión unánime en la normativa mundial.

"Hay países cuya Justicia reconoce que hay una relación de empleo y subordinación con el titular de la plataforma y otros donde se considera que son trabajadores autónomos económicamente dependientes y/o emprendedores y la plataforma solo acerca la oferta y la demanda", explica el asesor de empresas Héctor García, del estudio homónimo.

Mirando para otro lado

Más allá del conflicto con los trabajadores, tanto Rappi como Glovo analizan cómo expandir sus negocios en la región.

En el caso de la firma colombiana, anunció la llegada de RappiPay, tal como adelantó iProUP. Integrada a la plataforma de delivery, este nuevo servicio se basa en "créditos" que se cargan con tarjetas de débito y otras herramientas de terceros.

De esta manera, busca incursionar en el mercado fintech, uno de los sectores que muestra mayor crecimiento en la Argentina."Esto no cambia el modelo de Rappi, sino que estamos explorando nuevas formas de darle valor agregado a los usuarios", señala Natalia Russo, Strategic Partnerships Leader de Rappi, a iProUP. Y confirma que esta funcionalidad será "la gran apuesta" de la compañía para 2019.

 

Así como Rappi apuesta a la diversificación, Glovo pone la mira en la integración vertical para ofrecer servicios digitales basados en la movilidad.

La firma forma parte del holding español Maxi Mobility, que tiene entre su portfolio a otras empresas de la "economía colaborativa": EasyTaxi, que conecta a taxistas con clientes; Cabify, un rival de Uber que sí está permitido en la ciudad de Buenos Aires; y Movo, una startup de alquiler de scooters eléctricos.En este sentido, la empresa levantó u$s160 millones en una ronda de financiación de la que participaron Rakuten Capital, TheVentureCity, Endeavor Catalyst, GAT Investments, Liil Ventures y WTI, entre otros.

La finalidad de los fondos fue acelerar la expansión en Latinoamérica y España, lo que ya pudo verse en la región. Chile ya es uno de los países de la región donde se están integrando estos servicios dentro de la misma plataforma de Cabify, que ya cuenta con más de 3 millones de usuarios activos en el país trasandino.

El próximo paso podría ser la Argentina, pero la resistencia gremial promete no dar tregua hasta lograr que los repartidores también se beneficien de la economía colaborativa.

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