Antes de que se desatara la pandemia del coronavirus, la región latinoamericana estaba atravesando una época dorada de las inversiones del capital de riesgo. Según el informe anual de la Asociación de Inversiones de Capital Privado en América Latina (LAVCA), hecho público el pasado 6 de mayo, las inversiones de este tipo en la región prácticamente se han duplicado anualmente desde 2016.

El año pasado, a pesar de las crisis económicas y la ola de protestas que se sucedieron en varios puntos de Latinoamérica, inversionistas de todo el mundo decidieron destinar más de US$ 4.600 millones al desarrollo de empresas tecnológicas latinoamericanas.

Brasil fue, sin duda, la plaza más atractiva en 2019, ya que concentró más de la mitad de todo el valor invertido por estos fondos en la región. En tanto, Colombia acaparó casi un 24% de las inversiones, desplazando a México a la tercera posición, con una participación del 14%.

Sin embargo, todo indica que la trayectoria de crecimiento sostenido por varios años sufrirá, por lo menos, una desaceleración en 2020. Tras la pandemia del SARS-CoV-2, se espera que los inversionistas de riesgo coloquen a sus carteras en "modo de supervivencia" a nivel global. Algunas estimaciones del primer trimestre de este año muestran que el número de los acuerdos de capital privado alcanzados en América Latina ya se redujo un 60% con respecto al mismo periodo del ejercicio anterior.

Un sector vital

El ecosistema emprendedor tiene un efecto multiplicador en la economía. El desarrollo del emprendedurismo local orientado a innovación impulsó el crecimiento de la industria local de capitales emprendedores, también conocidos como venture capital.

Esta vía es la principal (en muchos casos la única) forma de fondeo que utilizan las empresas jóvenes, innovadoras y de alto riesgo. Se trata de un proceso en el que los gestores, que pueden manejar más de un fondo, definen la estrategia (generalmente a 10 años), reúnen inversores y seleccionan la cartera de emprendedores.

A diferencia de otras fuentes de financiamiento, como pueden ser los préstamos bancarios, en estos casos el proceso no termina en la entrega del dinero; por el contrario, se brindan soportes no-financieros como mentorías, guías que resultan clave y el acceso a redes locales e internacionales de valor para las empresas invertidas.

 

En el caso de Argentina, donde el acceso al dinero fresco es uno de los peores del mundo, según Banco el Mundial, estos actores adquieren un rol fundamental. En este marco, resulta importante conocer qué sectores miran y cuáles son las proyecciones para 2020 de los fondos emprendedores que se animan a invertir en la región.

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