La nueva era bancaria provoca grandes cambios en las entidades tradicionales. El avance de las fintechs y el crecimiento diario en las transacciones con criptomonedas preocupa bancos centrales y firmas privadas.

Desde hace ya varios años los bancos comerciales reclaman una regulación en igualdad de condiciones entre las fintech, bigtech y las entidades financieras. Las firmas tecnológicas, lo mismo que otras empresas están cada vez comiendo más terreno a la banca. 

Tal como explica El País de España, entre los negocios más rentables de las entidades financieras están el crédito al consumo y los medios de pago, ahora repartidos entre la banca, las firmas tecnológicas e incluso las operadoras de telefonía y otras compañías, aunque las entidades financieras siguen dominando el mercado.

Los expertos consideran que en menos de una década este mercado estará mucho más atomizado, y la parte de la banca representará menos del 50% del negocio de los medios de pago y el crédito al consumo.

A este recorte del negocio bancario del que hasta hace poco tiempo disfrutaban casi en exclusiva las entidades financieras se suma negativamente la baja rentabilidad por la que atraviesa el sector y la también cada vez menos beneficiosa actividad crediticia. Y ya ni hablar de la custodia de los depósitos de los particulares.

Los responsables de las entidades financieras insisten en que la economía de un país no puede sobrevivir sin un sistema bancario sano. 

Esta afirmación puede ser cierta. La banca cumple en la actualidad un papel fundamental en las economías de los Estados. Pero ¿qué ocurrirá en un futuro no tan lejano, el protagonismo de la banca será tan fundamental? Pues para algunos expertos, y cuyo número aumenta, parece que no. O ese es el debate se ha abierto en los últimos meses, y que fue uno de los protagonistas en el Foro Económico Mundial de Davos.

Pero el origen del debate sobre el futuro papel de la banca en el mundo no se centró en esta ocasión en la amenaza de las fintech o las bigtech, sino sobre las criptomonedas, según explica Mirari Barrena, directora del programa de blockchain de Deusto Business School.

Los bancos centrales, encabezados, como es lógico en Europa por el BCE, han comenzado a analizar la conveniencia o no de crear sus propias monedas digitales, con sus pros y sus contras, algo que en el caso del Viejo Continente sería la fundación de una eurocoin.

De momento, seis bancos centrales (el Banco de Canadá, el Banco de Inglaterra, el Banco de Japón, el BCE, el Banco de Suecia y el Banco Nacional Suizo, junto al Banco de Pagos Internacionales (BPI), han creado un consorcio para investigar la conveniencia o no de crear sus propias monedas digitales para contrarrestar el proyecto de la Libra liderada por Facebook o el yuan digital planificado por el Banco Popular de China.

La preocupación del Gobierno por la dependencia de la población de la banca en sus pagos electrónicos, le ha llevado a plantearse crear su propia moneda virtual, que evite la exclusión financiera de una parte, aunque sea pequeña, de la población, aquella que no tiene cuenta bancaria.

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