La última encuesta de la Unión Industrial Argentina (UIA) deja un dato alarmante: casi la mitad de las empresas manufactureras hoy no puede cubrir obligaciones básicas como salarios, proveedores o impuestos.
Al mismo tiempo, los cheques rechazados aumentaron entre 30% y 40% en el trimestre reciente.
Si se analiza con atención, lo que está fallando no es un sector aislado: es la estructura misma del circuito productivo nacional.
Cuando se quiebra la cadena de pagos, se paraliza la producción, se endurece la morosidad, se retrasa el salario y se hunde la confianza.
Los síntomas de una crisis sistémica
El 47,5% de las firmas industriales declara que incumplió al menos una obligación de pago.
Un 8,2% reconoce estar en default en todos sus compromisos (sueldos, servicios, proveedores, impuestos).
El aumento de cheques sin fondo revela la tensión de liquidez: instrumentos de pago que antes fluían ahora se frenan.
Este escenario deteriora el mercado interno, empuja a muchas empresas al abismo y multiplica la fragilidad. Se produce un círculo vicioso: caída de ventas → falta de liquidez → cheques rechazados → menor producción → más despidos o cierre.
Medidas contra la cadena productiva: un camino hacia el estancamiento
La política económica actual prioriza la estabilidad nominal: inflación baja, deuda financiera, ancla cambiaria, ajuste. Pero lo hace sacrificando masa salarial real, demanda interna, crédito productivo y capital de trabajo. El resultado: una industria asfixiada, pymes quebrando o sobreviviendo al límite, empleados en riesgo, y menor recaudación.
Sostener un dólar bajo, tasas altas y control de precios no genera producción: genera importación, dependencia y desempleo.
Con ese esquema, quien resiste no es la industria: resiste el endeudamiento, la especulación financiera y la fragilidad de los balances.
Qué puede venir si no hay reacción urgente
Si no se arbitran medidas urgentes, el escenario para 2026 se complica:
- Más empresas quebradas —no por mala gestión, sino por falta de liquidez estructural.
- Caída sostenida del empleo formal, con impacto social.
- Mayor informalidad, desempleo y precariedad.
- Pérdida de base industrial, con menor capacidad productiva y menos exportaciones.
- Cierre de un círculo vital: menos producción → menos recaudación → peor estructura fiscal → menor inversión pública/privada
Qué debería hacerse — y ya
Restablecer liquidez genuina para empresas: acceso a crédito productivo, plazos razonables, alivio fiscal transitorio.
Reestructurar la cadena de pagos —no solo a grandes actores, sino a pymes: reducir plazos, garantizar pago de sueldos, suspender embargos masivos.
Permitir un ajuste razonable del tipo de cambio real para proteger la industria nacional, incentivando producción y sustitución de importaciones.
Compensar el ajuste con políticas de estímulo al consumo interno, de modo de sostener demanda y amortiguar el impacto social.
Política económica coherente: combinar disciplina fiscal con incentivos reales a la producción, de forma sostenible y con horizonte.
Si el Gobierno y los actores relevantes no reaccionan con urgencia, la pandemia financiera silenciosa en la industria terminará por romper la estructura productiva nacional. Y cuando eso sucede, no hay "rescate cambiario" ni "líneas de crédito" que alcancen a rearmar lo que se destruyó.
Argentina se enfrenta a una disyuntiva decisiva: o se atienden las grietas de la cadena de pagos, o se acepta una reconfiguración de su matriz productiva en la que la industria ya no existe.
Porque la estabilidad nominal —sin producción, sin empleo e inversión real— es apenas un espejismo contable.