El 26 de mayo de 1981, Sarya Pal Asija, luego de esperar siete años, se convierte en la primera persona en los Estados Unidos en recibir una patente de software.

Se le concede la patente a su programa Swift-Answer (Special Word-Indexed Full-Text Alpha-Numeric Storage With Easy Retrieval) que desarrolló en 1969.

El programa permitía a los usuarios recuperar información descriptiva de los equipos de una manera similar a la humana.

 

Asija intentó patentarlo antes, pero la Suprema Corte de Justicia siempre había fallado en contra de las patentes de software por lo que se creía que "el software no sería nunca patentable y que solo podría ser protegido por el copyright".

Asija cursó la carrera de derecho, se especializó en patentes y presentó la solicitud para su software en la U.S. Patent and Trademarks Office el 30 de Diciembre de 1974. Finalmente le fue otorgada la patente Nº 4,270,182.

Cinco años después publicó un libro: "Cómo proteger programas de ordenadores". Actualmente trabaja como abogado especializado en patentes en Shelton, Connecticut.

Además...

El 26 de mayo de 1868, Alfred Nobel registra la patente de un "Compuesto explosivo mejorado" denominado "Dinamita".

Nobel, era hijo de un fabricante de armas y comenzó a investigar y experimentar hasta crear un explosivo novedoso en aquella época, la nitroglicerina.

Luego que su invento fuese vetado en su país (Estocolmo) por un accidente, por lo que decidió vender la patente a otras naciones, donde comienza a comercializarse.

Nobel, prosigue, sin embargo, con sus experimentos para perfeccionar el explosivo, hasta que mezcla la nitroglicerina con tierra de infusorios o con serrín y de esta forma Alfred Nobel crea la dinamita.

Ser el inventor de la dinamita le supuso a Nobel el reconocimiento internacional y una enorme riqueza, pero también fue algo que condicionó su pensamiento y el de los demás hacia él.

En 1866 un barco con 200 barriles de dinamita explota en Panamá y mató a 47 personas, 14 más mueren en San Francisco, otro navío estalla en Sidney.

La percepción sobre la dinamita como un hallazgo esencial para usos civiles era un hecho, pero el miedo ante tales catástrofes llegó a atemorizar a la gente hasta el punto de que la imagen de Nobel se deterioró a la vez que lo hacía su dañina creación.

El revolucionario invento de Nobel quería servir de utilidad para la sociedad, pero pronto atrajo las miradas de las naciones por su excelente aplicación en tiempos de guerra.

En su testamento, antes de morir, Nobel deja plasmados sus deseos de paz, destinando parte de su herencia para la creación del "Premio Nobel".

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