La revista Technology, Mind and Behavior publicó los resulados de un grupo de investigadores del Laboratorio Virtual de Interacción Humana de la Universidad de Stanford (VHIL, por su sigla en inglés). "Cuando estás usando Zoom durante muchas, muchas horas, lo que sucede es que estás en un estado hiperactivo", explicó Jeremey Bailenson, director del laboratorio responsable del estudio.

Para el estudio este tipo de comunicación se vuelve estresante y el contacto visual permanente supone una tensión extra.

Otro de los problemas señalados es el tamaño de las caras de los participantes, que son demasiado pequeños y, por tanto, antinaturales, llevan a la tentación inconsciente de mirarlos fijamente. Pero hay otro problema: si para evitar esta situación, el usuario opta por la modalidad de cámaras a tamaño completo, el cerebro interpreta que estamos en una situación de conflicto o de relacionamiento sentimental, acostumbrado al cara a cara de la vida real.

El estudio revela que sí es más agotador tener conferencias virtuales que las presenciales

Pero no es todo. Muchos usuarios han experimentado durante el tránsito a la vida en línea un llamativo fenómeno: no poder dejar de mirarse a sí mismos en una videoconferencia.

En mayo del año pasado, el ciberpsicólogo Andrew Franklin explicó que esto ocurre gracias a que la persona crea una especie de "audiencia imaginaria", y considera "que las personas de que las personas a su alrededor realmente están prestando atención a cada movimiento que hacen".

El estudio del VHIL va en el mismo sentido, agrega que es algo antinatural y, además, desaconseja que lo hagamos porque es como estar durante horas mirándonos al espejo: "Es agotador para nosotros. Es estresante. Y hay muchas investigaciones que muestran que hay consecuencias emocionales negativas por verse en un espejo".

Zoom es una de las plataformas de videoconferencia más utilizadas, pero no es la unica que genera estos conflictos

Por último, el informe agrega que el esfuerzo de comunicación es mucho mayor en los encuentros virtuales, en tanto se pierde la comunicación corporal, el canal de intercambio de información más importante en una interacción, muy por encima de las palabras.

También implica un estrés extra verificar que el lugar físico desde donde se realiza la videollamada es acorde según la situación en la que nos encontramos y observar que efectivamente estemos bien encuadrados en la cámara, por ejemplo, indicó El Observador.

Te puede interesar