Emprender con amigos puede ser tan motivador como complejo. A lo largo de los últimos años, muchas compañías nacieron de charlas informales entre personas con ideas en común, demostrando que la confianza mutua y una visión compartida pueden dar origen a empresas líderes.
Argentina no es la excepción, ya que el país cuenta con muchas empresas, varias de ellas sumamente reconocidas, que surgieron de esta manera. A continuación, te contamos la historia de tres de ellas.
Satellogic es la primera empresa espacial argentina en cotizar en Nasdaq, y nació gracias a una amistad. Emiliano Kargieman, su fundador, es un emprendedor tech con pasado hacker: a los 17 ya trabajaba en la AFIP y poco después cofundó Core Security con su amigo Gerardo Richarte.
Después de vender esa empresa, Kargieman tuvo un sueño ambicioso: democratizar el acceso al espacio. En 2010, tras participar en programas de la NASA y Singularity University, llamó a Richarte con una idea: fabricar satélites más pequeños, livianos y mucho más económicos. Usaron la lógica del software —probar, fallar y mejorar rápido— para crear Satellogic.
Aunque al principio tuvieron algunos errores, en 2013 lanzaron su primer satélite funcional. Su modelo disruptivo apuesta por nanosatélites que cuestan mil veces menos que los tradicionales y pueden reemplazarse fácilmente. Esto atrajo inversión internacional y permitió crecer.
En 2022, Satellogic comenzó a cotizar en Nasdaq. Hoy tiene decenas de satélites en órbita, lanza frecuentemente con SpaceX y ofrece datos geoespaciales a gobiernos y empresas. Con un equipo global, Kargieman y Richarte lideran una compañía que busca convertirse en unicornio, manteniendo su ADN innovador.
En plena salida de la crisis de 2001, cuatro amigos se juntaron en un bar de Buenos Aires con un sueño: crear una empresa tecnológica con alcance global. Así nació Globant, fundada por Martín Migoya, Guibert Englebienne, Martín Umarán y Néstor Nocetti, ingenieros que se conocieron por trabajo y estudios.
Con solo u$s5.000 entre todos y un espacio prestado en La Plata —sin aire acondicionado y con lo justo— comenzaron a construir su proyecto. Desde el inicio, pensaron en grande: ser una compañía internacional y usar el inglés como idioma oficial.
Su primer gran cliente llegó en 2003: Lastminute.com, una plataforma británica con problemas técnicos. Viajaron a Londres, armaron un equipo y solucionaron el desafío. Luego sumaron clientes como Google y Disney. En 2006 consiguieron su primera inversión, seguida de varias rondas más.
En 2014 debutaron en la Bolsa de Nueva York (NYSE) bajo el ticker GLOB. Hoy Globant opera en más de 25 países, emplea a más de 27.000 personas y lidera en software, IA y transformación digital. Más de 20 años después, sus fundadores siguen al frente, demostrando que desde Argentina se puede pensar en grande.
Mercado Libre nació en 1999 en un garage de Saavedra, gracias a la visión de dos amigos: Marcos Galperin y Hernán Kazah. Ambos estudiaban un MBA en Stanford cuando decidieron crear una plataforma de comercio electrónico para Latinoamérica, en una época en la que pocos confiaban en las compras online en la región.
Con solo 28 años, Galperin convenció al inversor John Muse durante un viaje en auto al aeropuerto, quien aportó un cheque de u$s100.000 para arrancar el proyecto. Así pasaron de las aulas a un garage prestado, con goteras y cables por todos lados, que sería la cuna del primer unicornio argentino.
El sitio se lanzó oficialmente en agosto de 1999 con un modelo inspirado en eBay. Superaron la crisis puntocom, se expandieron por la región y en 2007 salieron a la bolsa del Nasdaq, recaudando u$s333 millones.
Hoy, en 2025, Mercado Libre vale más de u$s120.000 millones, opera en 18 países y emplea a más de 84.000 personas. Ya no es solo un marketplace: sumó fintech, logística, créditos, publicidad y contenidos. Galperin sigue al frente desde Uruguay, y aquella idea universitaria terminó revolucionando el comercio digital en América Latina.